Internacional

Alessia Putin Ghidini: "Occidente puede y debe rearmarse; sobre todo, de autoestima"

"Es necesario romper inercias [...]. Europa ya se ha reinventado antes", sostiene la autora en conversación con 'Vozpópuli'

  • Alessia Putin Ghidini

Occidente ante su encrucijada; una premisa innegable vistos los últimos acontecimientos, ante los que Alessia Putin Ghidini, doctora en Derecho y Ciencias Sociales, abogada y profesora de Derecho y Relaciones Internacionales, apela al rearme. Un rearme que —además de en materia de Defensa— alude a sus principios e Historia. Especialmente de la Unión Europea. ¿Cómo debe afrontar Bruselas el desafío que representa el nuevo equilibrio mundial, ante la OTAN y Estados Unidos de Donald Trump? ¿Y ante Rusia? ¿Hay una oportunidad para reivindicarse en el escenario internacional o la Unión está abocada a un papel secundario mientras gigantes económicos o militares reparten la mano?

Autora de El Rearme Occidental: Un nuevo impulso al orden liberal [Almuzara], Putin Ghidini responde a estas cuestiones en entrevista con Vozpópuli, definiendo sin paños calientes el dilema existencial al que se enfrenta la Unión Europea —y España—. Y apuntalando los que, a su juicio, son los cimientos sobre los que se debe erigir Occidente.

Pregunta. ¿Está verdaderamente amenazado el actual modelo político que rige Occidente o estamos ante un capítulo más de su Historia reciente?

Respuesta. El modelo político occidental no está simplemente en crisis: está en una encrucijada. La inercia acomodaticia y la corrupción han podrido a sus dirigentes, la prosperidad ya no es una promesa sino un privilegio intervenido o istrado, y la democracia, en su fragilidad natural, depende ahora de su capacidad de reacción. 

También parece tambalearse la lista de los países hasta ahora llamados “occidentales” o democracias liberales. Puede que pronto debamos revisar el elenco. La votación en la ONU del otro día sobre la invasión de Ucrania es un ejemplo. 

Pero no nos olvidemos: Occidente ya ha estado amenazado antes. En los años 30, cuando las democracias se enfrentaron al auge de los totalitarismos. En la Guerra Fría, cuando la amenaza soviética y la debilidad interna hicieron crujir sus cimientos. En 2008, cuando la crisis financiera expuso las fisuras de su modelo económico.

Y, sin embargo, cada vez ha respondido con audacia y ha sobrevivido. 

Ahora no será distinto. El libro (El Rearme Occidental) recuerda que la Unión Europea es el mayor caso de éxito político de la historia. La Unión es un sofisticado punto de equilibrio entre un mundo hiperglobalizado, la soberanía estatal y la democracia. Esto es lo que explica Rodrik en su trilemma y yo desgrano en el libro. 

Cada vez que Europa ha encarado un problema existencial, lo ha superado. Seguimos siendo ese jardín en el que todo el mundo quiere entrar por nuestro estado de bienestar y nuestra calidad de vida. Pero no podemos ser ingenuos. Hay que mantenerlo con sacrificio. Ser jardineros fieles. La lucidez y el coraje político marcarán la diferencia entre decadencia y reinvención. El “Do something” de Draghi de la semana pasada podría ser el nuevo “Whatever it takes”. 

P. ¿Cómo debería rearmarse (o reinventarse) Occidente ante la caída del multilateralismo, tal y como lo conocemos?

R. Occidente no necesita lamentos ni nostalgias, sino reformas y voluntad política. La caída del multilateralismo tradicional no es el fin del orden occidental, sino una oportunidad para reinventarlo. La clave no está en aferrarse a estructuras caducas, sino en construir un nuevo multilateralismo multi-vectorial: más ágil, más pragmático, menos rehén de burocracias inoperantes e ideologías militantes y limitantes.

Putin y Trump, amistades peligrosas

El mundo de hoy no es el de 1945. Pretender que los organismos multilaterales diseñados en la posguerra sigan funcionando como entonces es una ingenuidad peligrosa. El eje económico mundial se ha desplazado, los actores han cambiado y las reglas que sostenían el viejo orden han sido erosionadas por quienes las incumplen sin consecuencias (Como Rusia, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, violando el Derecho Internacional e invadiendo un país soberano). 

Aferrarse a instituciones anquilosadas no es defender Occidente, es condenarlo a la irrelevancia.

Esto exige romper inercias. Reformar organismos internacionales que ya no son eficientes para los desafíos globales. Redefinir alianzas estratégicas sin el lastre de pactos obsoletos. Potenciar la autonomía industrial, tecnológica y energética para no depender de rivales que usan la dependencia como arma. Recuperar la primacía de la economía productiva sobre la especulativa. Blindar la democracia de la captura ideológica, el activismo, la corrupción y el clientelismo.

En este sentido considero que la reelección de Ursula Von der Lyen como presidenta de la Comisión Europea en este segundo mandato ha sido una gran oportunidad perdida por no decir un error. La Unión Europea necesita estrategas carismáticos con conocimiento profundo de las dinámicas comunitarias y sus rigideces, no burócratas complacientes. En este sentido considero que Mario Draghi o Enrico Letta serían opciones válidas, al ser profundos conocedores de los retos a encarar ya, in extremis, en una nueva Unión Europea post-multilateral y necesariamente más federal. 

P. Las democracias liberales occidentales han sufrido varias sacudidas en los últimos años. Habla del brexit, la crisis de Cataluña o la elección de líderes populistas. ¿Es una caída al vacío o una oportunidad para rearmarse?

R. Para mí es una oportunidad para rearmarse política, energética, militar y económicamente. De ahí el título del libro. 

Europa ya se ha reinventado antes. Cuando cayó el Muro de Berlín, supo integrar a las exrepúblicas soviéticas en una nueva arquitectura de paz. También con las políticas nucleares de disuasión y distensión. Tras la crisis del 2008, reformó sus estructuras financieras para evitar un colapso mayor. Incluso la Unión Europea, nacida del trauma de dos guerras mundiales, no es sino la respuesta pragmática a la necesidad de evitar nuevas catástrofes. 

El problema es que la política de la amenaza y del chantaje (por no decir incluso de la usura) se ve recompensada. Lo vemos hoy vergonzosamente con Trump, pero desde hace décadas también en España

La cuestión no es si estas sacudidas son peligrosas —por supuesto que lo son— sino qué hacemos con ellas. La flexibilidad, no la rigidez, ha sido la clave de la supervivencia occidental. 

El problema es que la política de la amenaza y del chantaje (por no decir incluso de la usura) se ve recompensada. Lo vemos hoy vergonzosamente con Trump, pero desde hace décadas también en España con los partidos regionalistas independentistas que cada semana plantean un chantaje al gobierno y hacen caja u obtienen cesiones denominadas líneas rojas días antes. La retórica del victimismo por supuestos daños pasados es una práctica común, y les está funcionando. Trump no para de decir que Estados Unidos ha sido engañada en el pasado, y lo mismo hacen aquí los secesionistas con España: hacerse las víctimas y generar resentimiento ciudadano. 

Es una de esas tres cabezas del fantasma populista que analizo en El Rearme Occidental: victimismo, decrecimiento y concienciación negativa. Un cóctel molotov contra nuestras democracias liberales en el que algunos claman porque Trump cede ante Putin y otros porque Sánchez cede ante Puigdemont. Al final ambos hacen sus propios intereses y la cuenta la paga el ciudadano.

P. ¿Es sostenible el actual modelo de paz, prosperidad y democracia en Europa ante los acontecimientos que se viven en el mundo? ¿O debe Europa renunciar a cierta prosperidad a cambio de reforzar su posición geoestratégica y su autonomía de Defensa?

R. El actual modelo de paz, prosperidad y democracia en Europa solo será sostenible si Europa deja de comportarse como un espectador y empieza a actuar como un jugador estratégico. Es decir, como un estado único que apuesta por una mayor federalización con un gran condottiero al frente. En un mundo de líderes fuertes, nosotros también necesitamos uno. Y el nuestro podría estar incluso mejor preparado política y técnicamente que otros. 

El mundo ha cambiado, y con él, deben cambiar las reglas del juego. Las decisiones importantes pertenecen al nivel supranacional ya que nuestros problemas reales son transfronterizos, no ya nacionales (inmigración, energía, economía, cambio climático, pandemias, seguridad y defensa…). Para reforzar su posición geoestratégica, Europa necesita reformas estructurales que blinden su poder económico e industrial.

Bandera de la Unión Europea (UE)

Un mercado único de capitales: integrar las bolsas europeas para crear un mercado financiero capaz de competir con Wall Street y evitar la dependencia de inversores externos. No puede permitirse que su innovación y sus empresas estratégicas dependan del flujo de capital extranjero. Ni que sus ahorros y sus grandes empresas se vayan a Estados Unidos. El caso Ferrovial es un claro ejemplo. 

Reagrupación industrial en consorcios europeos: fragmentar la producción entre países rivales dentro de la Unión Europea es suicida. Europa debe crear gigantes industriales capaces de competir a nivel global con China y Estados Unidos en sectores clave como defensa, tecnología y energía. Airbus es el ejemplo de que esto es posible; hace falta replicarlo en más sectores.

Mantenimiento del ahorro en Europa: no es isible que el capital europeo fluya sin restricciones a Estados Unidos mientras las inversiones estratégicas en Europa se quedan sin financiación. Se requieren incentivos fiscales y normativos para que el ahorro europeo financie su propio desarrollo.

Como reformas políticas fundamentales hay dos: eliminar el veto, aplicando mayorías cualificadas y la del presidente de la Unión Europea. Debería ser una elección por votación directa de los ciudadanos, no un acuerdo de despachos. Esto reforzaría notablemente la identidad europea y la implicación de los ciudadanos.

P. Ucrania ha espoleado el cambio de paradigma y obliga a la Unión Europea a asumir un papel más protagonista. ¿Cómo interpreta las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia?

R. La retórica de Trump contra la Unión Europea no es solo un exabrupto, es una declaración de intenciones: menos compromiso con Europa, más alineamiento con Putin y batalla sin descanso por la supremacía con China en el ámbito comercial y geopolítico. Y lo preocupante no es solo lo que dice, sino lo que no sabemos de sus negociaciones, que intuyo que es muchísimo. 

El modelo europeo de paz y prosperidad no es sostenible si sigue dependiendo de garantías externas que se desvanecen. 

P. Da la sensación de que estructuras como la OTAN, de cerrar filas en la Cumbre de Madrid en 2022, se encuentran ahora tensionadas y sin un futuro inmediato claro; al menos, en su postura ante Rusia o China. ¿A qué se debe este cambio?

R. Las tres seguridades que sostenían a Europa —comercio con China, protección militar de Estados Unidos y energía barata de Rusia— han dejado de existir. Ante este nuevo escenario, Europa no puede seguir jugando a la ingenuidad. La alternativa es clara: reforzarse o quedar a merced de decisiones ajenas.

Por otro lado, Estados Unidos llevaba ya años pidiendo a los países de la OTAN que incrementen su gasto en defensa. Nosotros decidimos ignorarlo y ha llegado un presidente que ha dicho “hasta aquí”. Ya veremos en qué términos. Debemos asumir nuestra seguridad y defensa. No hay alternativa. 

La supremacía mundial de Estados Unidos está en peligro y Trump va a hacer todo lo que esté en su mano por mantenerla. El resto del mundo somos solo elementos colaterales

Es importante recordar, a la hora de analizar la frenética actualidad, que Trump no nos habla a nosotros. Habla a sus votantes. Y los mensajes internacionales que lanza están todos dirigidos a China. La supremacía mundial de Estados Unidos está en peligro y él va a hacer todo lo que esté en su mano por mantenerla. El resto del mundo somos solo elementos colaterales. También creo que de alguna manera se está vengando por todos los insultos que recibió antes, durante y después de su primer mandato. Ha arrasado con 77 millones de votos y se cree legitimado para hacer barbaridades, como el vergonzoso vídeo de Gaza-Trump.

P. Europa está redefiniendo sus estructuras sociales, políticas, de industria y seguridad. ¿Tendrá capacidad para hacerlo ante el previsible distanciamiento de Estados Unidos?

R. No tiene más remedio. Cuando escucho decir que hay que cerrar la Unión Europea o salir de ella, siempre me pregunto: Y al día siguiente, ¿qué hacemos? Los países son ya demasiado pequeños en un mundo globalizado para ser actores globales independientes. Esta es la cruda realidad. El brexit no fue un éxito para Reino Unido y ningún partido en el poder hoy (esto podría cambiar en el futuro) plantea la salida de la Unión Europea. En todo caso plantean cambiarla desde dentro.

Por otro lado, el tema del gasto militar europeo insuficiente no es una invención de Trump. Estados Unidos lleva reclamando un reparto más justo de los costes décadas. Y razón, en este punto, no le falta. Sobre todo cuando a pesar de gozar de su protección les hemos acusado de imperialistas y cosas mucho peores durante décadas.

P. Uno de los puntos que aborda en su libro es la política migratoria.

R. La política migratoria debe tener un marco claro, una línea roja. Y esta línea está en los Derechos Humanos. Si acogemos emigrantes estos deben estar dispuestos a respetar nuestros códigos penales y nuestra Carta de los Derechos Humanos. Con las mujeres, con las minorías y en general con todos nuestros ciudadanos. Además, los países europeos no pueden dejar a España o Italia solos en esta gestión. Somos la frontera sur de la Unión Europea y precisamos urgente ayuda de todos los demás países ante la ola migratoria. Potenciar Frontex es fundamental en este sentido. Esto implica acuerdos con los países de origen y gestión racional de los flujos, que deben ser controlados para bloquear a las mafias.

Imagen de archivo del puerto senegalés de Saint Louis.

Por otro lado, los mensajes buenistas emitidos por políticos irresponsables dirigidos a personas en situaciones extremas en sus países de origen son muy peligrosos. Especialmente desde que la ruta canaria (tremendamente mortal y la que más ha aumentado desde que Meloni cambio la política migratoria en Italia) no se deberían lanzar. Se denomina “efecto llamada” pero es una invitación al suicidio. Prometer que aquí serán acogidos y mantenidos por nuestro estado de bienestar es crear falsas expectativas a personas que ponen en serio peligro sus vidas para superar la travesía. Esos mensajes son anti-humanitarios y engañosos, a pesar de disfrazarse de solidarios. Los políticos que los lanzan deberían avergonzarse de hacerlo y saber que tienen responsabilidad sobre las posibles muertes de estos jóvenes. 

P. ¿En qué punto queda España en esta reconfiguración del futuro europeo?

R. España está ensimismada en sus problemas políticos internos y esto repercute negativamente a nivel internacional. No tener un proyecto común de futuro es muy dañino. Un número nada desdeñable de ciudadanos no cree o rechaza el proyecto común de España y anhela una reconfiguración radical del diseño del estado. Si a esto se le suma una baja autoestima nacional en contraste en el otro extremo del nacionalismo español, tenemos una sociedad polarizada y fracturada que se siente engañada por las constantes cesiones al regionalismo periférico. 

Por otro lado, las profundas vinculaciones del gobierno con narcodictaduras como la venezolana o su sumisión a Marruecos, aderezado con un incomprensible cainismo entre los dos bloques, restan peso y relevancia internacional al país. Si una gran coalición no es posible porque hay un partido que la ha rechazado sistemáticamente, por lo menos debería haber unos pactos de estado en temas cruciales. Pero el peso actual del independentismo no lo permite, porque, obviamente su proyecto no es mejorar España en su conjunto. No hay que olvidar, de todas formas, que es la cuarta economía de la Unión Europea tras Alemania, Francia e Italia. Y es un puente privilegiado con Hispanoamérica, gracias a ese gran idioma que aquí se penaliza en algunas regiones. 

A España también le hace falta un nuevo impulso, pero constitucional. 

P. ¿Cómo entiende que quedarán las relaciones entre España y Estados Unidos, y entre España y la UE en este nuevo escenario?

R. La Unión Europea siempre va a contar con España, porque es la cuarta economía de la unión, es una frontera sur y un puente con Hispanoamérica. Quizás elegir mejor a sus representantes en Bruselas (como es el caso de Teresa Ribera, salpicada por la dana y los casos de corrupción del gobierno), sería deseable. Y no empantanarse con promesas al separatismo como el reconocimiento del catalán en Europa, que son vistos como problemas secundarios e irrisorios en Bruselas ante los desafíos tan graves que enfrentamos. 

Trump acaba de llamar (intencionadamente en mi opinión) BRICS a España y Estados Unidos dejó de confiar hace tiempo en ella como aliado. Ojalá cambie esto en el futuro. Una situación de desconfianza y rechazo solo beneficia al gobierno español que la usa para fomentar la polarización con su retórica anti-trumpista y, así, aglutinar a su electorado en contra de algo. En este caso, Trump. Antes fueron Milei o Meloni. 

Pedro Sánchez de espaldas

P. Esboza un escenario complicado en su libro, pero aún así guarda cierto optimismo.

R. El libro nace de la investigación que realicé para mi tesis doctoral defendida en 2016. En 2024 mi editorial me ofreció “revisitarla” porque sigue de actualidad y muchas de las cosas que allá se contaban o se advertían han ido sucediendo en estos ocho años. Me sorprende cuando ahora algunos ponen el grito en el cielo por la situación geopolítica. En 2014 Rusia se anexionó Crimea y, aún antes, en 2008 Georgia y Rusia lucharon por Ossetia y Abjasia. Occidente miró hacía otro lado. De aquellos polvos, estos lodos. Aun así, tanto la tesis como el libro son una llamada de atención, una sacudida, en positivo para implementar las reformas necesarias que debemos aplicar con urgencia en Europa. Como explica el libro, podemos hacer mucho y no todo está perdido. En definitiva, es una propuesta de renacimiento del orden liberal. 

P. ¿Cuál es la principal fortaleza de la Unión Europea ante este escenario? ¿Y la de España?

R. La Unión Europea es un coloso económico, político y social. Que nadie lo olvide. Somos diez veces la economía rusa. Además, es el mayor éxito político de la historia de la Humanidad. Combina potencia económica con un estado de bienestar envidiable que implica educación, salud y protección para sus ciudadanos. Nuestra cultura, principios y valores son guía en todo el mundo: Grecia, Roma, Ilustración, valores cristianos y republicanos...

Las visiones catastrofistas que ponen el foco sólo en los problemas son reduccionistas y no resuelven nada. Si te quejas, por lo menos, ofrece alternativas. De esta necesidad surge el libro. Podemos y debemos rearmarnos en Occidente. Sobre todo, de autoestima, ya que nos sobran motivos para tenerla bien alta. Basta viajar un poco y estudiar historia para darse cuenta. 

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