Internacional

Las empresas italianas, al asalto de San Marino para pagar menos aranceles

Este pequeño enclave se ha convertido para el sector empresarial italiano en un atractivo por todas sus ventajas fiscales y ahora, por su arancel del 10%

  • Imagen del Castillo de San Marino -

Europa, y el mundo, se revuelven tras la última, y de las más polémicas, decisión de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a cualquier producto manufacturado fuera de los Estados Unidos que se fuera a importar. Un gravamen global del 10% a cualquier importación que se haga en Estados Unidos, además de los que anunció como 'represalias' a los aranceles impuestos a las exportaciones de EEUU. Estos aranceles, tanto específicos por país o bloque económico, como la Unión Europea, comenzarán a aplicarse el próximo 9 de abril, mientras que el arancel base entrará en vigor este mismo sábado.

Todos los países se encuentran en estas fechas calculando de qué manera estos nuevos gravámenes les podría afectar y cómo mitigar su efecto, e incluso planeando represalias, como ha hecho China con la misma moneda, imponiendo aranceles del 34% a las importancias que tengan su origen en Estados Unidos. Otro ejemplo es Italia, que, mientras su Gobierno, en consonancia con la Unión Europea, prepara medidas para contrarrestar los gravámenes de EEUU, las empresas italianas buscan soluciones a corto plazo: San Marino.

La República de San Marino, por su nombre oficial, es un pequeño enclave situado en el norte de Italia que, al no ser miembro de la Unión Europea, es parte de aquellos países a los que el presidente norteamericano ha aplicado unos aranceles de 'tan sólo' un 10 % a sus exportaciones, frente al 20% de los países de la Unión, algo que ha despertado el interés entre las vecinas empresas italianas.

Este pequeño país, de poco más de 33.000 habitantes, se ha convertido, en menos de una semana, en una sede estratégica para decenas de empresas italianas encargadas de las exportaciones e importaciones por ese 10% en el nuevo impuesto de Trump, aunque sus numerosas ventajas fiscales ya eran un gran atractivo para las compañías de la vecina Italia. Según informan varios medios italianos, después de conocerse la decisión de Trump, muchas otras empresas y productores de Italia se han puesto en o con las autoridades de San Marino para conocer las posibilidades que pueden ofrecer, aseguran este jueves varios medios italianos.

Según el diario 'La Repubblica', el teléfono del director general de la Cámara de Comercio de San Marino lleva unos días sonando constamente con la misma petición: cómo pueden las compañías italianas abrir una empresa en su territorio. La cabecera asegura que, "desde el punto de vista de la transparencia fiscal, deslocalizar parte de las propias actividades a San Marino se ha vuelto bastante sencillo y rápido, sólo diez días".

Sin embargo, hasta el momento no ha habido un posicionamiento oficial, y el secretario general de la Asociación de Industriales de San Marino, William Vagnini, pide cautela. "Por supuesto, para quien nos mira desde fuera nuestra posición actualmente es favorable, pero si lo analizamos desde el punto de vista de nuestras empresas, sigue siendo un arancel del 10% que pesará mucho", matizó.

Hasta la fecha, el mercado de Estados Unidos es el principal receptor de productos originarios de San Marino, excluyendo a la vecina Italia. Con unas exportaciones directas por valor de 36 millones de euros, a las que deben sumarse centenares de indirectas a través de las cadenas de suministro y clientes italianos y europeos. Los medios de comunicación italianos recuerdan que el Gobierno de San Marino todavía mantiene su no a una entrada formal en la Unión Europea, pero sí se ha mostrado dispuesta a formar parte de algunos acuerdos, algo que si llega a oídos de la Casa Blanca podría hacer que Trump ser replanteara el arancel a esta pequeña república.

Esta situación tendría ya precedente, en 2014, con el estallido de la guerra en Ucrania y la invasión rusa de Crimea y las sanciones de EEUU y la UE impuestas a Moscú, varias empresas italianas encontraron una forma de hacer llegar a Rusia sus productos: lo harían a través de la pequeña república de poco más de 60 kilómetros cuadrados situada entre las regiones de Emilia-Romaña y Las Marcas.

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