En los últimos tiempos, las entidades secesionistas han perdido fuelle frente a los partidos políticos de su misma ideología. Éstos, pese al fracaso del 'procés' y que la secesión se antoje un objetivo irrealizable a corto plazo, han ganado proyección gracias a las concesiones que obtienen del Gobierno de Pedro Sánchez, que requiere de su respaldo para mantenerse a flote en el Congreso. Sin embargo, los colectivos separatistas se hallan sumidos en una honda crisis. Mientras la Assemblea Nacional Catalana se encuentra en pleno proceso de descomposición por la controvertida gestión su líder, Lluis Llach —en la picota estos días por su acercamiento a la ultra Aliança Catalana y acusado de "despotismo" por primeros espadas como Josep Costa—, el Consell per la República fundado por Puigdemont en Waterloo sigue los mismos pasos.
Y es que las elecciones que dirimen hoy el futuro de este órgano —una suerte de 'Govern paralelo' en Waterloo que Puigdemont fundó en Bélgica y que le permitió no perder protagonismo tras el golpe de 2017— se han visto salpicadas por los escándalos de su principal candidato, Toni Comín. A finales del pasado enero, el rapero e informático del Consell Valtònyc dio crédito a las irregularidades contables que se le atribuyen a Comín. Según el cantante, los 15.000 euros que gastó indebidamente la antigua mano derecha de Puigdemont a juicio de una auditoria interna solo son la "punta del iceberg", acusándole de hacerse transferencias personales a su cuenta desde las arcas del Consell.
Por añadidura, pocos días más tarde, un antiguo asesor del Parlamento Europeo presentó en la Eurocámara una denuncia por acoso sexual y psicológico. El denunciante, que trabajó para Junts siete años en Bruselas, relató insinuaciones, tocamientos y propuestas de tríos con otro hombre. Comín lo ha negado todo, incluso que fuese asesor suyo —lo catalogó como "asesor esporádico"—. Todo ello le ha valido que Puigdemont, cuya confianza en el que fue su mano derecha en la UE se ha ido deteriorando hasta romperse definitivamente, le rogó que no se presentase a estos comicios, según ha revelado el vicepresidente de Junts, Antoni Castellà. "Es el momento de ceder el relevo y pasar el testigo a alguien independiente", insistió por su parte Castellà en redes el pasado viernes, pocas horas antes de que arrancasen las votaciones, que terminan esta mañana a las 9 horas.
Candidatos desconocidos o extravagantes
Pese a todo, Comín sigue siendo el candidato con más opciones de alzarse con la presidencia del Consell. El resto de aspirantes a presidir la entidad —en manos de una junta gestora y presa de hondas divisiones— carecen de su popularidad. Además, destacan por propuestas que las voces críticas han tachado de poco realistas o directamente peregrinas. En primer lugar, está Jordi Domingo, el abogado que tiene a su favor haber recibido la bendición del 'exconseller' fugado Lluis Puig. Y, en su contra, ser miembro del Comité de Transparencia del Futbol Club Barcelona de Joan Laporta, presidente que ha protagonizado diversos escándalos contables.
Aún menos conocida es la candidatura liderada por Montserrat Duran, a la que defiende la plataforma Revolucionemos y cuyo proyecto estrella es recolectar 500.000 firmas en la Eurocámara para que se reconozcan los derechos de los catalanes. Por último, Toni Castelló es el aspirante con menos posibilidades y más singular: un mallorquín que se nacionalizó alemán para evitar ser considerado español y que carece de apoyos relevantes dentro del Consell —no en vano, se presenta como un "Quijote solitario"—. Frente a ellos, Comín es un rostro conocido que propone recetas trilladas pero con predicamento en la órbita secesionista: "confrontación" con el Estado y recomponer la unidad perdida, tanto del Consell como del separatismo. En breve, las urnas dictarán sentencia.