¿Qué está pasando con los Sexy Zebras? Las entradas para su gira Una Noche de Pogo volaron en días. Tres noches consecutivas en La Riviera, salas llenas de norte a sur del país, y una gira 2025 que acaba de comenzar, con un aire a culto generacional. Lo que mueve a Sexy Zebras no es solo la adrenalina del directo; es algo más profundo y honesto, algo que está dentro de Bravo: un grito tan crudo como libre, tan sarcástico como vulnerable. Un disco lleno de himnos. De esos que se cantan con los ojos cerrados y los brazos en alto.
Ahora, tras más de una década de carretera, están a punto de dar su salto más grande: el Movistar Arena. No estaba en sus planes, pero han llegado ahí con naturalidad, como quien no se lo esperaba, pero lleva años preparándose para ello.
Foto: Vanesa Nérida
Los Zebras más “Bravos” que nunca
Detrás de los pogos, el volumen a todo trapo y las letras que escupen verdades incómodas, hay tres tipos que han aprendido a vivir en la grieta. Sexy Zebras no es una pose, es una banda que ha recorrido la cuerda floja del rock sin red, apostando por el camino difícil. Con Bravo han firmado su trabajo más libre y completo. Un disco que suena a rabia y redención, que te arrastra por el barro pero también te lleva hasta la orilla. Bravo no solo grita: también escucha.
"Estamos celebrándonos a nosotros mismos, con alegría, bravura e ilusión", dicen. No es un disco que pretenda cambiar el mundo, pero sí uno que nace de mirar hacia adentro y abrazarse con lo que uno encuentra ahí.
Calma bajo la tormenta
Al hablar con ellos, queda claro que la euforia del escenario contrasta deliciosamente con una vida más pausada. Hay espacio para Marco Aurelio, películas post-concierto y muchas conversaciones. "No podríamos navegar todo el día en la tormenta si no tuviéramos un poco de playa", resumen, una filosofía que podría ser canción.
Bravo llega con una paleta emocional más amplia que nunca. Temas como Pogo o Mañana no existe son fogonazos de pura energía, pero también hay joyas íntimas, como Se La Vi (favorita del batería Jesús) o 333, que revelan una sensibilidad inesperada entre tanto sudor y decibelios.
La electricidad personificada
Verlos en directo es como meter los dedos en un enchufe: un fogonazo eléctrico que atraviesa el cuerpo. Pero hay algo profundamente ritual en su conexión: brutal y orgánica, nacida de los kilómetros, los golpes y la amistad.
Foto: Vanesa Nérida
"Nos costó vender entradas, sonar como queríamos, encontrar nuestro lugar", explica Gabi, vocalista de la banda. En ese viaje, aprendieron a leer la realidad y a dejar de idealizar. El resultado: una banda sólida, coherente, que ha dejado de soñar con cosas para empezar a vivirlas. "Ahora estamos más tranquilos. Hemos dejado de imaginar y empezado a vivir", dicen con una paz contagiosa.
Antes de cada concierto, bailan Caracol, su haka personal. Quizá algún día lo compartan con el público. Porque lo que pasa arriba debe sentirse también abajo.
La importancia de la comunicación
Sexy Zebras es todo buen rollo, sí, pero no desde la superficie. Su energía nace del dolor trabajado, de lo vivido. Su alegría no es impostada: es la de quien ha atravesado la tormenta. “Se me ponen los pelos de punta”, comentan, al hablar de su persistencia. Lo que ha sido clave para mantenerse juntos ha sido la comunicación constante. “Nos ha costado mucho entendernos a nosotros mismos, nos ha costado mucho que nuestras canciones fueran lo que soñábamos. Recuerdo conversaciones eternas de, ¿por qué sonamos tan mal en los discos y en los conciertos?”, explican.
Estas largas conversaciones, los momentos de frustración, las lágrimas, las risas y las tensiones compartidas han sido fundamentales para que la banda siga adelante. “A veces la vida te lo explica a hostias, y te das cuenta de que el trabajo es con uno mismo”, señalan.
Todo este trabajo se traduce en que lo que están construyendo ya no es solo una base de fans, sino un espacio donde uno entra de una manera y sale de otra. En sus conciertos hay algo más que música: un lugar de libertad, de catarsis compartida. Un espacio donde ser, sin filtros. La energía de los Zebras traspasa los escenarios allá donde van.
Foto: Vanesa Nérida
Lo que viene después del pogo
Con Bravo aún caliente, Sexy Zebras ya piensan en lo siguiente, casi sin darse cuenta: "Ahora nos salen las canciones porque nos salen, no porque las busquemos". Esa naturalidad no solo se refleja en el sonido del disco, sino también en su proceso creativo: más fluido, más honesto, más libre.
El grupo ha encontrado una forma de seguir creciendo sin traicionarse, ni creativa ni personalmente. "Ya no pensamos en llegar a tal sitio o sonar de tal forma. Pensamos en hacer música que nos represente", explican.
Lo que queda claro en esta entrevista es que lo que más valoran es seguir disfrutando. Y si el pogo es la ceremonia, Bravo es el manifiesto.