Opinión

Lo que no se publica no existe

"Sánchez duerme tranquilo pensando que ahí está el colchón electoral"

  • Pedro Sánchez preside la Internacional Socialista -

No existe remedio mejor mejor para un fin de semana melancólico que releer a Chesterton, a quien tantas veces acudo. Fíjense que perla he encontrado entre sus escritos: “El periodismo consiste esencialmente en decir ‘Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. Eso es lo que hacen los sanchistas, me he dicho, hablarnos de temas que desconocíamos que existían para lanzarnos profecías apocalípticas si no tomamos urgentemente cartas en el asunto. Las gallinas violadas por los gallos, verbigracia. Nadie intuyó que eso sucediese, pero alguien lo dijo, alguien lo publicó y ahora andan a la greña en el ya de por sí abandonado, maltratado y ninguneado agro los sufridos trabajadores de éste y los eco podemitas. Tuvo que publicarse para que se supiera. Igual podríamos decir de los ríos, que deben fluir sin presas, diques ni contenciones. O de lo bueno que es comer insectos en lugar de carne, asegurándonos que dónde este un puñado de escarabajos peloteros que se quite un buen Villagodio. Hay que dar repercusión a todo lo que ignoramos porque así, una vez dicho, ya no queda posibilidad alguna de alegar ignorancia.

No sabíamos que Bego era catedrática – ni ella, posiblemente –

Claro que todo tiene su contrapartida. No sabíamos que Bego era catedrática – ni ella, posiblemente – o que se pudieran alternar zapatos con cuñas y muletas en una osadía que ha dejado perplejos a traumatólogos y osteópatas de todo el globo. Tampoco éramos conscientes de que Sánchez tenía un suegro, y un cuñado, y un hermano y ahí están a diario en algunos medios, no en todos, claro. A veces se pide a los publicadores que tengan respeto por los familiares de los publicados, como pide Ábalos con frecuencia, pero uno se pregunta ¿no tendría que ser usted el primero en haberlos respetado en su momento? Todo eso es más o menos entretenido pero sospecho que no son más que pequeñas argucias para que el conjunto del pueblo español se pierda en bagatelas mientras el plan de Sánchez avanza tan a la desesperada como la ofensiva alemana de Las Ardenas. El presidente está más solo que nunca, sin sus habituales de confianza y con un cerco judicial que, si no hay excepcionalidad jurídica, acabará por llegar hasta su propio despacho y persona. Por eso intenta colonizar la judicatura en todos sus aspectos, y los medios, uy la vida económica, y las empresas estratégicas, y la vida social, cultural y artística. Nadie puede quedaren pie y decir si Lord Jones está vivo o está muerto, que para eso está la ministra Alegría, la que no sabemos si estuvo, merendó, cenó o durmió en el famoso parador porque hoy dice una cosa y mañana otra. Sánchez tiene urgencias históricas y no se rendirá ni entrará jamás en razón, créanme.

La vida, sin embargo, nos sitúa en la realidad y esta no es agradable para la gente común, la ordinary people. Cada vez los sueldos se quedan más cortos y los precios son más altos; las posibilidades de crear empresas o negocios propios son menores por el fárrago de burocracia o mordidas que hay que satisfacer; mucha gente se contenta con la paguita y decide que no es preciso el esfuerzo, el trabajo y la iniciativa; y como se regularizarán pronto si Dios no lo remedia cientos de miles de inmigrantes a los que nadie ha preguntado por qué han venido, de dónde y que fines tienen, Sánchez duerme tranquilo pensando que ahí está el colchón electoral que precisa para ganar unas elecciones. En un mundo convulso que está cada semana a un tris del estallido por una cosa u otra, el fétido albañal en que se ha convertido España sestea entre escándalo y escándalo sin que nadie se inmute. Deberíamos reconsiderar el titular: lo que no se publica, no existe, y aunque se publique a muchísimos españoles les da lo mismo. He ahí nuestra tragedia nacional.

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