Óscar López, archienemigo de Ayuso además de ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública —a mí que me registren—, aseguraba el otro día que, si la rebelde Madrid aplicara la Ley de la Vivienda, los precios se abaratarían mucho. Lástima que obviara que en la obediente Barcelona el tema está igual o peor: los precios han bajado un poquito, pero se ha restringido todavía más la oferta y ha aumentado un 45% el número de pisos de alquiler por temporada. Por supuesto, también ocultó que este viacrucis se desató con la aprobación del RD 11/2020.
“La verdad es que conforme voy conociendo el acuerdo con UP sobre desahucios más me inquieta. Da la sensación de que es un negociazo para la okupación y para los grandes tenedores. Yo por ahí no paso”, escribió Sánchez a Ábalos en diciembre de 2020, según la exclusiva que está publicando El Mundo. El Número Uno sabía que el decreto antidesahucios que le imponía Iglesias traería la ruina a muchos españoles y, aun así, lo aprobó y no ha dejado de prorrogarlo. Y todo ello sin dejar de promocionar la inmigración ilegal, ese lucrativo negocio de las oenegés y las empresas que se benefician del tráfico de personas. Como Air Europa, que es una de las compañías aéreas que traen inmigrantes de Canarias a la península. Nada es casual.
A raíz del decreto que daba carta blanca a morosos y okupas, muchos propietarios cerraron sus casas o metieron en ellas a algún familiar; otros, las pusieron en venta
Entre enero de 2020 y abril de 2025, la población de España —que no española— ha aumentado en 1.823.868 personas. Eso son muchas casas. Y no oigo hablar a ningún gran partido sobre el impacto que tiene en la vivienda este artificial aumento de la población, como si fuera posible ignorar que toda esa gente que entra por nuestras fronteras en algún sitio tendrá que vivir. En mi edificio hay 8 pisos, y en uno de ellos viven tantas personas como en el resto del bloque: tres familias marroquíes —una en cada habitación— que probablemente cobren alguna ayuda. El alquiler que un español no pueda pagar siempre podrán asumirlo quienes están dispuestos a renunciar a la intimidad, ese lujo que no tardará en sernos arrebatado.
A raíz del decreto que daba carta blanca a morosos y okupas, muchos propietarios cerraron sus casas o metieron en ellas a algún familiar; otros, las pusieron en venta. Pero, aun así, no son suficientes: ante la imposibilidad de pagar un alquiler, quien tiene ahorrado para una entrada o puede pedir dinero a la familia está comprando. Sin embargo, a pesar de la altísima demanda, no se construye; ni pisos libres ni de protección oficial. Ya en 2024 el Banco de España concluía que hay un déficit de 600.000 viviendas, por eso los precios de venta también son disparatados.
Las distintas istraciones, lejos de ayudar, ponen palos en las ruedas. Buxadé (VOX) explicó con bolitas de colores cómo el saqueo del Estado a los promotores determina el precio de los pisos. Y hace un par de días, Expansión publicaba que un informe del Instituto de Estudios Económicos desvela que la fiscalidad española en torno a la compra y mantenimiento de vivienda quintuplica a la media Europea. En España supone un 30%, frente al -12,3% (sí, negativo) de Italia pues allí subvencionan la vivienda. Si el PSOE o el PP quisieran solucionar el tema, empezarían por ahí. Pero no lo harán: es su gallina de los huevos de oro.
Ahora que mi casero necesita recuperar su casa, yo invitaría a Sánchez e Iglesias a buscar piso conmigo para que comprobaran de primera mano el resultado nefasto de sus políticas: no hay casas
Mientras, los remeros pagamos las consecuencias. Vivo de alquiler a 30 kilómetros de Madrid, en 90 metros y tres dormitorios; pago 1.000€ mensuales. Ahora que mi casero necesita recuperar su casa, yo invitaría a Sánchez e Iglesias a buscar piso conmigo para que comprobaran de primera mano el resultado nefasto de sus políticas: no hay casas. Durante los últimos 20 años me he mudado 3 veces —esta será la cuarta— en el centro del pueblo, y siempre pude elegir entre bastantes opciones. Ahora en Idealista sólo hay 5 pisos en alquiler, y por el más barato —de un dormitorio— piden 1.200. Ya no me puedo permitir vivir en la localidad en la que he residido durante casi 30 años; quizá debería pedir asilo a los moros del 2ºC. De modo que estoy mirando para comprar a 40 0 50 kms de Madrid, pero en cuanto suben un anuncio de un piso a un precio sensato, apenas dura unas horas; ya no se puede meditar la decisión de comprar una casa: tienes que decidirlo en minutos. Incluso sin verla. Es horrible.
El plan está en marcha
Nuestro modo de vida tampoco es ajeno a la problemática. En mi planta hay cuatro puertas, y tras tres de ellas hay familias unipersonales —qué pensarán mis vecinos magrebíes—. Mi madre es viuda y vive sola, como casi todas sus amigas. Y de sus tres hijos, dos vivimos solos; también la mayor de sus nietas. En tiempos pretéritos, mi madre, mi hermano, mi hija y yo habríamos vivido juntos. Hoy, necesitamos cuatro pisos.
Es cuestión de tiempo que obliguen a las personas que viven solas a compartir sus casas con inmigrantes. El plan ya está en las carpetas de nuestros políticos.
secretariacademias
16/05/2025 10:46
Doy fe de lo que cuenta el artículo. Mi hija está buscando piso y es un sinvivir: ya le ha pasado varias veces que horas antes de acudir a visitarlo, la agencia le llama para decirle que está vendido. La gente está comprando como si los regalaran porque los alquileres están carísimos.
manuelleon.mll
16/05/2025 11:25
"Es cuestión de tiempo que obliguen a las personas que viven solas a compartir sus casas con inmigrantes"..hace tiempo que vengo pensando en esta posibilidad, que cada vez me parece más probable de convertirse en realidad.