Opinión

El buen periodista

Debe ser humilde, debe reconocer los propios errores y saber rectificar para practicar la tolerancia

  • Periodistas en Bruselas

Hace más de 125 años, un joven escribió una carta al fundador y director del periódico El Tiempo, don Guillermo Rancés y Esteban, quien formó parte de la redacción de La Época y dirigió La Monarquía. El texto decía así: “Muy Sr. mío: Hijo de un corresponsal en tiempo de la guerra carlista del antiguo Tiempo, médico y aficionado a escribir, aunque sean gacetillas, me atrevo a dirigirle a Vd. esta carta y a pedirle un sitio por pequeño que sea en la redacción de su periódico con estas condiciones: 1º escribir gratis, 2º tener de Pascuas a Ramos una entrada de teatro, y 3º poder deslizar de vez en cuando un artículo científico. De V.S.S.Q.B.S.M (De Vuestro Seguro Servidor Que Besa Su Mano)”. Firmaba la carta en Madrid, en noviembre de 1893, Pío Baroja.

Si viviera hoy el escritor de la Generación del 98 no sé si le gustaría ejercer de esta manera el periodismo porque, bien por el poder de los medios y los periodistas, bien por su ignorancia, la profesión está en el punto de mira de todos. Incluso el filósofo español del siglo XX, Ortega y Gasset llegó a afirmar que, “el periodista es una de las clases menos cultas de la sociedad presente, aunque luego lo arregló diciendo que “el periodismo es el único que tiene eficacia inmediata”

Por eso me parece importante subrayar, en esta ocasión, algunos principios básicos que todo periodista debe cumplir para que así se haga realidad lo que el Papa Pío XII, en su discurso al III Congreso Internacional de Prensa Católica, titulado “La prensa católica y la opinión pública”, celebrado el 17 de febrero de 1950, opinaba sobre lo que los periodistas debían ser:

“Hombres profundamente penetrados del sentimiento de su responsabilidad; hombres marcados con el sello de la verdadera personalidad, capaces de hacer posible la vida interior de la sociedad”.

No publicar en caso de duda, no exagerar y, por supuesto, no inventar, contribuyendo al bien común, a la mejora de las personas, de la sociedad. El periodista debe tener un personal sentido ético y ser coherente

Estando de acuerdo en lo que el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, dijo recientemente en la ceremonia de entrega de los III Premios Abogacía de los Negocios sugiriendo que “los medios de comunicación deben 'pisar callos' de forma responsable y rigurosa” y que “la prensa deber ser un signo de contradicción e incomodar con su labor”, me atrevo a enumerar algún principio:

El periodista debe ser humilde, debe reconocer los propios errores y saber rectificar para practicar la tolerancia, para saber escuchar y oír a los demás, para ser honesto con la sociedad. También el periodista debe ser prudente. No publicar en caso de duda, no exagerar y, por supuesto, no inventar, contribuyendo al bien común, a la mejora de las personas, de la sociedad. El periodista debe tener un personal sentido ético y ser coherente. La buena formación continua de la conciencia y el conocimiento de la ética y deontología profesional que ayude a superar el relativismo y la visión empequeñecida a la hora de enjuiciar los hechos en su actuación profesional.

El deber de diligencia

El periodista debe tener clara su responsabilidad social. La información nace en el seno de la sociedad, le pertenece y a ella debe volver. Por ello ha de ser veraz (cierta, exacta), universal (de interés para todos) y objetiva (el periodista debe dar a conocer hechos verdaderos, que se pueden comprobar). El periodista también deber ser libre. Para ello debe tener autonomía cultural, debe estar en continua tensión formativa para aprender, para observar, para analizar, para valorar justamente, en definitiva, para potenciar su cultura. Y un periodista debe llevar a su máxima expresión el deber de diligencia. Es decir, el deber del trabajo. Trabajar bien, con la técnica y la calidad exigidas por la naturaleza de la información y la conciencia de saber que está haciendo un servicio a la sociedad.

La conclusión es que el periodista, el buen periodista, debe servir a la sociedad, buscando y comunicando con eficacia la verdad y la sociedad debe fiarse de los buenos periodistas, de aquellos que como señalaba el Papa Francisco en un encuentro en enero de 2024 con los de la Asociación Internacional de los Periodistas Acreditados ante la Santa Sede, deben andar “este camino que sabe combinar la información con la reflexión, la palabra con la escucha, el discernimiento con el amor”.

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