Internacional

Segundo aniversario de Nayib Bukele como presidente de El Salvador, ¿el país milagro?

El mandatario 'hipster' asegura que él solo está de paso en la política

  • Toma de posesión de Bukele -

Con más partidarios que detractores, el polémico presidente de El Salavador, Nayib Bukele (43 años), cumple dos años al frente del país centroamericano que antes de su llegaba lideraba todos los ránkines de criminalidad, el más mortífero del mundo en 2015

La lucha contra las pandillas y las forma en la que llevó a cabo las detenciones masivas lo catapultó a la fama internacional que aún hoy mantiene. Después, las cinematográficas cárceles en las que tiene encerrados a sus lo llevó a ocupar un lugar en la historia.

El mandatario exterminador de pandillas

El mandatario 'hipster' fue reelegido por clara mayoría en 2024 pese a todas las acusaciones que pesan contra él por contravenir los derechos humanos, una reelección que la Constitución prohibe pero que el cariño de su población hizo posible. en total, seis años de éxito al frente de un país que tenía florecer la economía como su principal reto, y es que la violencia que se vivía en el país —con el mayor número de asesinatos diarios en el mundo— hacía imposible que el país hispanohablante saliese adelante.

Tras liderar durante varios años la clasificación del lugar más peligroso y con mayor tasa de homicidio del mundo, el encarcelamiento masivo de pandilleros y personas sospechosas disminuyó el porcentaje de asesinatos drásticamente. Actualmente, según el último Global Index Peace, El Salvador ocupa la posición 107 a nivel global -de 163- y la número 11 entre países latinoamericanos.

En 2018, Bukele fundó Nuevas Ideas y ganó. Desde entonces, encadena dos legislaturas, la segunda desde 2024 y hasta 2029, por lo que estará una década como presidente, algo inédito, pues la ley salvadoreña impedía las reelecciones consecutivas.

Sin embargo, la figura de Bukele no surgió de la noche a la mañana, es decir, no se trata de un líder que fuese aupado a la presidencia del Gobierno de forma meteórica para solucionar el problema de la criminalidad en el país. El mandatario comenzó su andadura política en 2012, con 30 años, como alcalde de Cuscatlán, con el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En 2015 se presentó a las elecciones generales pero fue expulsado del partido por desavenencias con la dirección.

Sin embargo, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia modificó la norma para hacerlo posible y limitar los mandatos a partir de dos legislaturas, por lo que según este fallo, Bukele no podría continuar más allá de 2029.

Él mismo ha avisado de que su paso por la presidencia es temporal: "Actualmente no existe en El Salvador la reelección indefinida, ni tampoco la estoy buscando, la norma actual no lo permite y tampoco hay la figura de un plebiscito o referéndum para poder modificar eso", señaló.

Se olvido de las políticas sociales

Sin embargo, la nación ha continuado a la cola del crecimiento económico de Centroamérica y depende los más de 8.000 millones de dólares que recibe de las remesas desde el extranjero. Mientras tanto, la pobreza creció desde el 22,8% hasta el 27,2%.

Un 85% de la población aprueba la gestión de Bukele, según la Presidencia salvadoreña que retoma los resultados de una encuesta de la consultora CID Gallup publicada el miércoles.

A pesar de que Nayib Bukele ha conseguido dar pasos avanzados en la seguridad del país y la violencia se ha reducido radicalmente, las políticas sociales parecen haber caído al fondo del cajón en la agenda del presidente. El Salvador continúa siendo uno de los países más pobres de América Latina, según indica el Fondo Monetario Internacional.

Las masivas encarcelaciones supusieron que varias familias perdiesen su principal e, incluso, única fuente de ingresos. Las mujeres cobran muy por debajo de los hombres. El informe Global de Brecha de Género revela que hay una diferencia salarial de hasta un 71,4%. Además, la inflación ha subido el gasto diario, aumentando los precios de bienes y servicios básicos, como los alimentos o la vivienda.

Por otro lado, el régimen de excepción tiene cerrados los tribunales, que simplemente están procesando a los pandilleros. Esto implica que el resto de delitos, como los casos de violencia de género, queden actualmente al margen de los intereses institucionales.

La educación y la sanidad tampoco se encuentran entre las prioridades de Bukele. Por la parte sanitaria, los centros de salud especializados no están operativos y hay problemas de abastecimiento de medicinas. Por la educativa, varios colegios permanecen cerrados desde la pandemia del coronavirus y las universidades siguen con clases telemáticas, además de haber una creciente privatización en el sector. El presidente salvadoreño tampoco está a favor de la libertad de prensa y el matrimonio homosexual y el aborto están prohibidos en el país.

 

Una cárcel para Trump

El 4% de la población salvadoreña se encuentra en la cárcel, porcentaje que se refleja en las tasas de presos. El Salvador es el 17º país con mayor número de personas en prisión —109.519— y es el que mayor ratio de detenidos tiene a nivel mundial -1659-, de acuerdo con los datos del World Prison Brief. Esto lo convierte en la nación con mayor tasa de privación de la libertad en todo el globo.

Para ello hizo uso de mano dura, caiga que caiga, y no agachó la cabeza ante las amenazas que le proferían, a las que siempre con un órdago aún mayor: "Hagan daño a un solo salvadoreño y no va a haber un tiempo de comida al día. A ver cuándo duran allá adentro", llegó a decir este hombre de 43 años nacido en la capital, San Salvador, que acaba de ser reelegido por su pueblo con un resultado abrumador. Todos quieren a su presidente, a su líder, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

El Secretario de Estado de Donald Trump, Marco Rubio, daba esta semana las gracias al presidente de El Salvador, el controvertido Bukele, por proponerles el alquiler de parte de la peor cárcel del mundo. Allí, Estados Unidos podría internar a sus presos más conflictivos, en unas celdas y pasillos que, por su frialdad, han despertado filias y fobias dentro y fuera del país. El trato que reciben los pandilleros de las maras está bajo la lupa de las Naciones Unidas, que señalan al presidente por vulnerar los derechos humanos.

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