Gastrópoli

Dos tempranillos con acento madrileño: así son Sanz La Capital y su versión Roble

La ciudad en dos versiones: una que mira hacia el Paseo de la Castellana y otra que se asoma al río Manzanares

  • Un camarero sirve vino en una copa

Hablar de vino en Madrid es hacerlo de un legado que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su carácter. Y dentro de ese mapa vinícola que dibuja la Denominación de Origen Vinos de Madrid, hay nombres que se han convertido en testigos, y protagonistas, de esta evolución. Uno de ellos es Vinos Sanz, una bodega centenaria con raíces profundas que, desde hace años, está bajo la dirección de Ana Carbajo y su familia.

Esta casa, que ha sabido ganarse un lugar en el cada vez más competitivo universo vinícola madrileño, tiene entre sus propuestas dos vinos que llevan por bandera tanto su origen como su esencia: Sanz La Capital y Sanz La Capital Roble. Dos tempranillos que miran de frente al pasado pero con un pie firme en el presente, sin artificios y con una intención clara: reivindicar lo castizo sin renunciar a la frescura, la honestidad y el disfrute.

Madrid en la etiqueta: homenaje a sus calles y ríos

Lo primero que llama la atención de ambos vinos es el diseño de sus botellas. Aquí no hay viñedos ses ni castillos bordeleses. Lo que encontramos es Madrid, sin adornos ni metáforas. La ciudad en dos versiones: una que mira hacia el Paseo de la Castellana, con su skyline dominado por el estadio Santiago Bernabéu, y otra que se asoma al río Manzanares, donde antaño se alzaba el Vicente Calderón.

Este guiño gráfico no es casual. Es una declaración de intenciones: estos vinos no quieren parecerse a otros; quieren ser ellos mismos. Son monovarietales de tempranillo, la uva tinta por excelencia en España, y nacen aquí, en Madrid, con todo lo que eso implica. Es un mensaje sencillo, pero potente: el buen vino no tiene por qué venir siempre de lejos.

Sanz La Capital: juventud, fruta y amabilidad

El primero del dúo es Sanz La Capital, un vino joven que busca conquistar desde la sencillez bien hecha. Su color cereza, limpio y brillante, ya anticipa lo que está por venir. En nariz, despliega aromas de frutos rojos (frambuesa, fresa, cereza) con un fondo floral delicado que no empalaga. Aquí no hay excesos ni perfumes innecesarios. 

En boca, se muestra fresco, equilibrado y muy accesible, con taninos suaves y bien integrados. Es un vino pensado para el día a día, para abrir sin ceremonias, pero sin renunciar al placer. Su estructura permite que acompañe bien una tabla de embutidos y quesos, pero también aguanta con dignidad platos más exigentes como una carne roja, un asado o incluso un pescado ahumado. Esa versatilidad lo convierte en una opción cómoda para quienes disfrutan del vino, pero no quieren complicarse.

Su precio, 7,40 euros por botella, refleja precisamente esa idea de calidad sin pretensiones. En la tienda online de la bodega, se puede encontrar el pack de seis unidades por 45,40 euros, una opción interesante para tener en casa o regalar sin temor a equivocarse.

Sanz La Capital Roble: una vuelta de tuerca

Si Sanz La Capital es la juventud descarada, su hermano mayor, Sanz La Capital Roble, representa la madurez sin rigidez. Aquí, la uva tempranillo se presenta con una crianza de seis meses en barrica de roble francés y americano, un paso breve pero suficiente para dotar al vino de una capa extra de complejidad.

A primera vista, mantiene ese color cereza profundo, pero en nariz asoman ya otras notas: cacao, vainilla, torrefactos. No desaparece la fruta, de hecho, sigue siendo protagonista, pero ahora comparte escena con matices que aportan elegancia y profundidad.

En boca, el vino es equilibrado, de paso largo y con una textura sedosa que invita a saborearlo con calma. No es un vino “duro” ni excesivamente maderizado. Está bien armado, pero sin perder esa sensación amable que lo conecta con su versión joven. Su precio también da pistas de su ambición contenida: 8,65 euros por botella, con una caja de seis disponible en la web de Vinos Sanz por 53 euros.

Tempranillo en clave madrileña

Que ambos vinos estén elaborados al 100% con uva tempranillo no es un capricho. Se trata de una variedad especialmente adaptada al clima y al suelo de la Comunidad de Madrid, con su sol generoso, sus inviernos duros y su altura media que roza los 600 metros sobre el nivel del mar.

El resultado son vinos con una buena carga frutal, cuerpo medio y una acidez que aporta vida. La DO Vinos de Madrid lleva años apostando por mostrar esta cara menos conocida del vino español, y etiquetas como las de Vinos Sanz ayudan a consolidar esa imagen: la de una región que puede ofrecer vinos honestos, bien hechos y con personalidad.

Una bodega con historia y futuro

Vinos Sanz no es una recién llegada. La bodega fue fundada en 1870 en Rueda (Valladolid), pero con el paso del tiempo ha ido ampliando su mirada más allá del blanco verdejo que la hizo famosa. Hoy, con Ana Carbajo al frente, la firma ha abrazado también la riqueza vitivinícola de Madrid, con proyectos que combinan tradición y modernidad.

Esta nueva etapa se ha centrado en mostrar lo mejor de cada territorio, pero sin perder la coherencia de estilo. Tanto Sanz La Capital como su versión Roble encajan en ese discurso: vinos que se beben con gusto, que no requieren expertos para disfrutarlos y que no necesitan manual de instrucciones.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli