El Consejo de Gobierno ha analizado el impacto de los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos sobre la economía andaluza. Aunque las exportaciones a este país alcanzaron los 3.138 millones de euros en 2024, representan solo el 7,8% del total andaluz, muy por debajo de mercados como Alemania, Francia o Italia. El informe concluye que las consecuencias serán limitadas y afectarán principalmente a unos pocos productos muy concretos.
Los sectores más expuestos a estas medidas son el aceite de oliva, el refino de petróleo, la piedra natural, las aceitunas y las partes de aeronaves. Estos productos concentran casi el 84% de las exportaciones andaluzas a Estados Unidos. De forma más detallada, las grasas y aceites (1.007 millones de euros) y los combustibles (727 millones) lideran la lista, seguidos por manufacturas de piedra, aparatos eléctricos y productos cerámicos.
A pesar del peso relativo de estos productos, la repercusión global sobre la economía andaluza será moderada debido a su baja dependencia del mercado estadounidense en comparación con otros países europeos
A pesar del peso relativo de estos productos, la repercusión global sobre la economía andaluza será moderada debido a su baja dependencia del mercado estadounidense en comparación con otros países europeos. De hecho, según estimaciones de la OCDE, el mayor impacto lo sufrirá la propia economía de EE.UU., con una posible caída del PIB del 0,7% en tres años y un repunte de la inflación de 0,7 puntos anuales. El efecto global sería también negativo, con una reducción del comercio internacional de hasta el 2%.
En este contexto, la política arancelaria estadounidense está generando una gran inestabilidad en los mercados internacionales y forzando una reconfiguración de las cadenas de suministro globales. La fragmentación comercial amenaza con reducir el crecimiento económico, elevar la inflación y alterar el equilibrio del comercio internacional que predominaba desde la posguerra.
Frente a esta situación, la Comisión Europea aboga por una respuesta firme que incluya aranceles recíprocos, aunque también mantiene abiertas las vías diplomáticas para evitar una escalada del conflicto. El objetivo es defender a las economías europeas, incluidas España y Andalucía, que, si bien no están entre las más afectadas, sí podrían sufrir las consecuencias indirectas de esta guerra comercial.