La palabra superviviente se quedó muy limitada en el siglo XX. Un término muy reducido para catalogar a los soldados que sobrevivieron en el infierno de las trincheras, para los judíos que salieron con vida de fábricas de la muerte como Auschwitz o para los habitantes de Hiroshima y Nagasaki. Para estos últimos, en japonés se inventó la palabra hibakusha, literalmente “persona bombardeada”.
Por primera vez en la historia, un solo artefacto y en un solo instante mataba a decenas de miles de personas y destruía por completo una ciudad. La bomba era doblemente mortífera, la explosión más grande registrada en la historia iba acompañada de un veneno nuclear que siguió afectando en generaciones posteriores. Los hibakushas quedaron estigmatizados y en la mayoría de los casos no hablaron de su experiencia o lo hicieron muchas décadas después. El periodista español Agustín Rivera excorresponsal en Japón recoge los testimonios de algunos de ellos.
P: ¿Qué queda en el Japón actual del recuerdo de las dos bombas". Esa escena me parece un poco frívola. Está muy bien desarrollado el proceso de creación de la bomba, pero como siempre, los hibakushas quedan un poco orillados. Es una gran película, es una película que merece la pena verla, que refleja muy bien el personaje, pero yo también recomiendo la serie Manhattan de hace unos años, porque creo que refleja mejor la vida de todos los científicos, esa guerra interna que había, ese nivel de secretismo para que no se supiera lo que estaban haciendo en Los Álamos.
P: Termina el libro con otra tragedia nuclear, la de Fukushima, que se compara con la de Hiroshima, pero varios testimonios mencionan que para entonces la sociedad japonesa había perdido sus ideales, ¿comparte esta apreciación?
R: Yo creo que en cierta manera sí, que la sociedad japonesa ahora mismo mira el presente, mira el futuro y no quiere mirar al pasado, excepto algunas excepciones. Pero es verdad que esa sensación de que la Segunda Guerra Mundial es algo antiguo, como se dice ahora en el término de los jóvenes: “no nos renta mucho”. Afortunadamente hay jóvenes que ahora mismo tienen menos de 30 años, que les interesa el fenómeno de los hibakusha, que quieren saber qué pasó exactamente en la Segunda Guerra Mundial y que saben que es muy importante reflexionar sobre el pasado.

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