Cultura

Aristóteles y Alejandro Magno: el filósofo que educó al mayor conquistador de la historia

El escritor Marcos Chicot revive la relación entre ambos personajes en ‘El asesinato de Aristóteles’

  • La Acrópolis de Atenas de Leo von Klenze (1846).

En El asesinato de Aristóteles, Marcos Chicot lleva al lector a un viaje fascinante por la Grecia clásica del siglo IV a. C., cerrando con esta obra su saga dedicada a los grandes filósofos de la Antigüedad. Chicot aborda esta relación entre el pensamiento y el poder, entre el maestro y el conquistador, con una novela vibrante, que arroja luz sobre dos figuras centrales de nuestra civilización.

Cuando comienza la novela, Aristóteles y Alejandro no se han visto desde hace tres años. El joven rey, de apenas 21 años, está a punto de iniciar su campaña contra Persia y le propone al filósofo acompañarle. Aristóteles, sin embargo, tiene otros planes: quiere fundar su escuela en Atenas. "Cada uno tiene un destino designado por los dioses", le responde Alejandro. Este inicio marca un contrapunto simbólico: mientras uno parte hacia la conquista del mundo, el otro se aboca a la conquista del saber.

La narración avanza once años. Alejandro ha cumplido su gesta bélica y Aristóteles dirige su escuela, el Liceo, pero sus lazos con el rey de Macedonia lo han convertido en una figura sospechosa en Atenas. Aunque su interés por la política es teórico, su pasado como maestro del conquistador genera recelo. En este contexto de tensiones, la figura de Aristóteles se vuelve vulnerable, y es en torno a esta amenaza donde se articula la intriga que da título a la novela.

Chicot alterna la historia con la ficción, a los personajes reales se suman figuras como Prometeo y Penélope, herederos de personajes de entregas anteriores, cuyas trayectorias representan la lucha por la libertad individual frente a estructuras sociales opresivas. Penélope, en particular, encarna el deseo de emancipación femenina en una sociedad que excluye a las mujeres de la vida pública.

Chicot acude a las fuentes clásicas (Plutarco, Aristóteles, Demóstenes), para una novela en la que Grecia no es un decorado, sino un mundo vivo. El lector asiste a juegos olímpicos, banquetes, operaciones quirúrgicas, juicios y asambleas. Visita Esparta, Babilonia, Olimpia, Atenas y siente el peso de las decisiones políticas, las tensiones sociales y las divisiones ideológicas de la época.

Aristóteles, retratado como un hombre común con familia, amigos y adversarios, es también el filósofo por excelencia. Padre de múltiples disciplinas, defensor de la observación empírica, pionero de la medicina, la zoología y la lógica, su figura emerge cercana pero monumental. Chicot intercala pasajes explicativos sobre su vida y pensamiento, logrando que el lector comprenda tanto al hombre como al mito. Alejandro, por su parte, aparece como una figura más trágica y enrevesada. Es un genio militar, pero también un tirano que se ha dejado arrastrar por su propia leyenda. Su carisma es indiscutible, pero también su inclinación a la paranoia y la crueldad. Su relación con Hefestión, su compañero más cercano, aporta un contrapunto emocional y humano que humaniza su figura.

La novela avanza hacia la confrontación entre Atenas y Macedonia, con Aristóteles atrapado en medio del conflicto. Las decisiones de Alejandro afectan directamente a la ciudad y ponen en peligro a su antiguo maestro. En este cruce de destinos, El asesinato de Aristóteles plantea una cuestión de fondo: ¿puede sobrevivir el pensamiento libre en un mundo gobernado por la fuerza? La novela retratra los claroscuros del idilazo mundo griego. La democracia ateniense convive con la demagogia, la exclusión de las mujeres, la esclavitud y el peso del dinero en la política. Chicot huye de idealismos y retrata la Grecia clásica en toda su complejidad, revelando cómo muchas de las tensiones de aquella época siguen vigentes hoy.

el asesinato de Aristóteles

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