Pocos días después de la victoria de Donald Trump, el prestigioso diario francés Le Figaro intentaba explicar a sus lectores los motivos partiendo de un drama urbano: la ruptura social que caracteriza a la ciudad de San Francisco, dividida hoy entre inmuebles de superlujo que están fuera del alcance de cualquiera que no tenga un sueldo de Silicon Valley y los precarios campamentos de excluidos cuya única aspiración vital es la siguiente dosis de fentanilo. En los años ochenta, esto era el típico contraste que impresionaba a los españoles, un país de profunda tradición igualitaria, pero hoy la capital de nuestra nación puede explicarse también por el abismo que separa el obsceno privilegio del barrio de Salamanca y la invasión de personas sin techo en el aeropuerto de Barajas, el 38 por ciento de ellas con contrato de trabajo. Una distopía digna de las novelas más incómodas de J.G Ballard.
Otra batalla reveladora: la tala masiva de olivares en el sur de España, a mayor gloria de los pelotazos de las energías renovables. En el último lustro, hemos vivido un ciclo intenso de revueltas del campo contra el lacayismo del PSOE al Pacto Verde y a los acuerdos del Mercosur, con la siempre cálida complicidad del Partido Popular. Vivimos una vergonzosa sumisión al capitalismo verde, gestionada por quienes llevan décadas dándonos la turra del falso ecologismo y fingiendo homenajes culturetas a Miguel Hernández, poeta del campo español. Esta vez deberíamos ser nosotros, los opositores de la destructiva Agenda 2030, quienes nos plantáramos en las puertas de Génova y Ferraz a cantar aquello de “no los levantó la nada,/ ni el dinero, ni el señor,/ sino la tierra callada, /el trabajo y el sudor./ Unidos al agua pura/ y a los planetas unidos/ los tres dieron la hermosura,/ de los troncos retorcidos”, como nos enseñó uno de nuestros mejores poetas.
España, fuera del alcance los españoles
La tercera estampa es un vídeo de TikTok de menos de un minuto, realizado por el joven alexab03_ , que al comprar en un supermercado Lidl de Alemania empezó a comprender el estado de depauperación de sufre España. Allí se da cuenta de que los espárragos que están a la venta proceden de Granada, mientras que en las sucursales españolas de la franquicia nos ofrecen producto cultivado en Perú, que tiene mucha menor calidad. “Nos toman por subnormales”, lamenta, mientras añade que en Alemania el se ofrece a 2,75 euros lo que en España cuesta 3,30, siendo un producto de menor calidad para una sociedad con sueldos mucho más bajos que los germanos. “En Aldi y Lidl tienen más productos españoles que en Mercadona, es enervante”, denuncia, “mientras que aquí hasta la mortadela es de Perú”. Por supuesto, el post generó un amplio debate sobre la caída en picado de la economía de nuestro país.
Si socialistas y populares sigue echándose la culpa el uno al otro, será la oportunidad del tercer partido de España
En este punto de la columna, se supone que uno debe decir si echa la culpa a nuestro gran partido progresista o a nuestro gran partido centrista y liberal. Es lo que ha ocurrido con el reciente desastre de la Dana, donde media prensa acusa a Sánchez y la otra media, a Mazón. También con cualquier desastre de la pandemia, que unos cuelgan a Ayuso y otros a Fernando Simón. Y lo mismo con esa larga crisis inmobiliaria que, votes a quien votes, parece ir a peor cada mes que pasa. La realidad es que el bipartidismo lleva gobernando medio siglo y cualquier mal endémico de España debe atribuirse a PP y PSOE, en partes proporcionales al poder que ostentaron desee que apercibes el problema en cuestión.
Hasta ellos deben de haberse dado cuenta de que el truco ya no funciona cuando Almeida y AENA se han puesto a trabajar juntos en mitigar el desastre de Barajas, responsabilidad inseparable del sanchismo y del PP de Madrid. Quizá convendría aplicar ese plan a todos los grandes problemas de España si no quieren que el tercer partido en liza les pase por encima como un bulldozer, como está ocurriendo en Francia, Inglaterra y Alemania. Y como ha sucedido en Italia.
libra
28/05/2025 12:30
Todo esto que está sucediendo con las democracias occidentales y la española en particular, se conoce como 'ataque del 51%' en el mundillo del blockchain/criptomonedas. Llega un momento en el que los intereses particulares del 51% convergen y se organizan para vivir a lo grande a costa del 49% restante. Selección natural en estado puro. En nuestro universo no hay NADA estático, ni siquiera las sacrosantas democracias, que ya están desangrándose a lo bestia y en breve serán sustituidas por otra cosa, con millones de muertos de por medio, igual que viene sucediendo desde hace 3000 años.