Opinión

Construir más, mejor y más rápido: oportunidad (y deberes) del PERTE de industrialización

Industrializar no significa replicar en serie, sino construir con inteligencia, rigor, sentido del contexto y perfeccionamiento continuo

  • Edificio de viviendas en construcción en Bilbao. -

España ha decidido tomarse en serio la industrialización de la construcción. La aprobación del nuevo PERTE de vivienda, dotado con 1.300 millones de euros, marca un punto de inflexión en la manera en que concebimos el sector. No es un gesto menor: supone un reconocimiento institucional a un cambio de paradigma largamente reclamado y aún escasamente implantado. Basta un dato para calibrar la distancia: hoy sólo el 1,5% de la obra nueva en nuestro país se ejecuta mediante procesos industrializados.

La lógica detrás de esta apuesta es clara. La construcción industrializada, basada en la fabricación en planta de componentes que luego se ensamblan in situ, permite reducir tiempos de ejecución hasta un 60%, mejorar la eficiencia de los recursos y reducir costes y residuos. 

Es verdad que actualmente parece focalizarse en el mercado inmobiliario, a la vista de que la vivienda se ha convertido en la principal preocupación de los españoles. Pero las ventajas de la industrialización van mucho más allá, siendo extrapolables a la construcción y el mantenimiento de las grandes infraestructuras y obras públicas pendientes a lo largo y ancho de España.

Centrándonos en vivienda y frente al déficit crónico de inmuebles (estimado en más de 600.000 unidades por organismos como el Banco de España), esta alternativa ofrece rapidez y escalabilidad sin renunciar a la calidad. Pero, como todo cambio estructural, su implementación plantea retos de calado que el PERTE debe ayudar a resolver.

El primero es el suelo. Promover la construcción industrializada sin desbloquear el a suelo utilizable y urbanizable es como montar una cadena de montaje sin tener dónde entregar el producto final. Su déficit tensiona los precios y limita la escala del impacto. Urge, por tanto, propiciar una disponibilidad que facilite esta transición.

Es imprescindible facilitar una colaboración transversal entre istraciones, universidades, constructoras, arquitectos, gestores de residuos y proveedores de materiales

El segundo desafío es cultural e industrial. El sector necesita transformarse desde dentro. Adoptar procesos industriales implica nuevas cadenas de valor, nuevos perfiles profesionales y nuevos modos de colaboración. La construcción debe aprender a trabajar como lo hace una fábrica: con planificación, repetibilidad, trazabilidad y control de calidad desde el origen. Eso implica también invertir en formación y cualificación de los trabajadores, una inversión doblemente útil si tenemos en cuenta que España lidera las cifras de desempleo juvenil en Europa y, al mismo tiempo, sufre una alarmante falta de mano de obra especializada.

En tercer lugar, hay una cuestión estratégica. Si no somos capaces de generar aquí esa nueva industria constructiva, otros lo harán por nosotros. Países como China ya han mostrado su capacidad para producir viviendas industrializadas a gran escala. ¿Veremos casas made in China montándose en suelo español? Quizás no sea ciencia ficción. Y aunque su modelo se enfrenta a barreras logísticas y regulatorias en Europa, no deberíamos dar nada por sentado.

Aparecen también nuevos actores. Desde empresas tecnológicas hasta centros de investigación, pasando por proveedores de soluciones de impresión 3D que permiten industrializar solventando las limitaciones de la modulación. Esta tecnología abre la puerta a diseños personalizados, reducción de residuos y eficiencia energética, y puede convertirse en un eslabón clave para evitar el “copia-pega” que tanto debilita la gran Arquitectura en mayúsculas, incluso en la pequeña obra, en la que España es líder indiscutible.

El éxito del PERTE no dependerá solo de los fondos movilizados, sino de la capacidad del sector para pensar y actuar como una cadena integrada

Pero para que ese ecosistema prospere, es imprescindible facilitar una colaboración transversal entre istraciones, universidades, constructoras, arquitectos, gestores de residuos y proveedores de materiales. El éxito del PERTE no dependerá solo de los fondos movilizados, sino de la capacidad del sector para pensar y actuar como una cadena integrada.

Y que la industrialización esté al servicio de la arquitectura y no al revés, porque las nuevas tecnologías digitales, una mejor calidad en la construcción y condiciones laborales van a incidir en la profesionalización de la actividad.

Porque industrializar no significa replicar en serie, sino construir con inteligencia, rigor, sentido del contexto y perfeccionamiento continuo. No es solo una cuestión técnica, sino de modelo productivo y de ambición colectiva.

Estamos ante una oportunidad que no conviene desaprovechar. Pero también ante una responsabilidad compartida: la de construir más, sí. Pero también mejor. Y más rápido.
 

Víctor Martínez es Director de 3DLab de Cementos La Cruz

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