La dimisión de Rafael Pérez, secretario de Estado de Seguridad, llega en un momento crítico para el Ministerio del Interior. En apenas una semana, Fernando Grande-Marlaska ha tenido que justificar el polémico contrato para la compra de munición con una empresa israelí y hacer valoraciones sobre las maniobras de Leire Díez, próxima al PSOE, contra la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Dos episodios que, pese a su magnitud, no son más que dos piedras de un largo camino que comenzó hace ya siete años, desde que el ministro asumió la cartera: ceses, dimisiones y una quincena de polémicas que acorralan al ministro más reprobado… y que mantiene la confianza ciega de Pedro Sánchez.
No han sido pocas las ocasiones en las que Marlaska ha entrado en las quinielas para abandonar el Ejecutivo. Cada reforma del Gobierno, cada nueva legislatura, ha puesto al ministro en el disparadero -en sondeos y esferas políticas- para dejar la cartera. Y, en cada pulso, Marlaska ha salido reforzado. No sin polémica, por los escándalos que acechan a su negociado y por la percepción de la opinión pública hacia su gestión: según el CIS, es el ministro peor valorado, con un 3,74.
El ciclo empezó con la UCO y hoy alcanza un nuevo hito con la UCO. Poco después de asumir Interior, en verano de 2018, Fernando Grande-Marlaska destituyó por “falta de confianza” al coronel Manuel Sánchez Corbí, al frente de esta unidad de investigación, pese a conocerse ambos desde los tiempos más duros de la lucha antiterrorista. El episodio dio pie a un largo recorrido judicial, que si bien no concluyó con la restitución de Corbí en su cargo, obligó a Interior a justificar todas las destituciones en puestos de libre designación.
Crisis en la Guardia Civil
Y es precisamente en la Guardia Civil donde Marlaska ha encontrado algunos de sus mayores incendios. Suma cinco directores del Instituto Armado en apenas siete años. Arrancó con Félix Azón, un perfil que también agradaba a Margarita Robles, y al año y medio lo cesó para imponer a María Gámez: la titular de Defensa no asistió a su toma de posesión.
Tres años después, Gámez dimitió por el caso judicial que salpicaba a su marido, cuando ya se le exigían responsabilidades a Marlaska. Su lugar lo ocupó Mercedes González, también con un claro perfil político y socialista.
Pero ésta también dimitiría. Fue un año después, en vísperas de las elecciones generales de 2023, para meterla en las listas electorales del PSOE ante un posible cambio de Gobierno. Pero las encuestas fallaron y Sánchez sumó de nuevo, junto a sus aliados en el Congreso, la mayoría para seguir gobernando.
Leonardo Marcos, hasta entonces director de Protección Civil, tomó las riendas “de forma interina”. O al menos así lo veían desde dentro del Instituto Armado, apuntan fuentes internas a Vozpópuli. Esa interinidad se prolongó más de un año… hasta que también dimitió.
Fue por “motivos personales”. Pero lo cierto es que su nombre no tardaría en salir en un informe de la Guardia Civil: Koldo García aseguraba que tenía o directo con Leonardo Marcos y que le dio un “soplo” sobre las detenciones en el caso que investiga la Justicia.
Marcos siempre lo ha desmentido. Ahora se desempeña en la embajada de España en Washington con un sueldo suculento. El vacío al frente de la Guardia Civil lo volvió a ocupar Mercedes González, actualmente al frente del Instituto Armado.
Dos dimisiones sonadas al frente de la Guardia Civil. Cada una por sus razones, pero que apuntan directamente a Marlaska. La de María Gámez, por un escándalo judicial -que finalmente fue archivado para su marido-, y que contaba con plena confianza del ministro; y la de Mercedes González, por una maniobra política para encontrarle acomodo en las listas del PSOE para las últimas generales.
A estas dos habría que sumar la del general Laurentino Ceña, que ocupaba el puesto de Director Adjunto Operativo (UCO), el puesto más alto al que puede aspirar un agente. Lo hacía en clara protesta por la reestructuración de la cúpula del Instituto Armado, tras el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos y un sinfín de destituciones y renuncias que diezmaron la cúpula de la institución.
Las polémicas en Interior
Tres dimisiones en la Guardia Civil… Y ahora la de Rafael Pérez, también por “motivos personales” según fuentes oficiales del Ministerio del Interior. Su decisión llega en un momento crítico, con la UCO en el punto de mira (político) y tras varios escándalos que acechan al departamento de Marlaska, como la crisis de las balas con Israel.
Pero lo cierto es que en estos siete años, el número 5 del Paseo de la Castellana -sede ministerial- acumula varios episodios que han suscitado una amplia controversia en esferas políticas, lo que le ha llevado a ser reprobado hasta en tres ocasiones en el Congreso.
El Ministerio del Interior ha tenido que dar explicaciones por la llegada de Delcy Rodríguez al aeropuerto de Barajas, por los contratos de mascarillas a la empresa próxima a Koldo García y Víctor de Aldama, y por la condecoración que se le dio a éste último por su colaboración con el Instituto Armado.
La política migratoria -uno de los pilares de la gestión de Marlaska- también es objeto de debate, con unas Islas Canarias colapsadas y unos flujos migratorios disparados. Igualmente, la gestión de la crisis de Ceuta, con la entrada de miles de personas por vías irregulares en plena crisis con Marruecos, salpicó a su departamento por la devolución de cientos de menores. Y de una valla, a otra: según datos oficiales, 23 inmigrantes perdieron la vida en el salto masivo del 24 de junio de 2022.
Marlaska ha rubricado, además, la cesión de competencias a Cataluña (migratorias) y a Navarra (de tráfico) tras los acuerdos políticos suscritos por Pedro Sánchez con fuerzas independentistas. Y, en el sur, gestionó la tragedia de Barbate, con la muerte de dos agentes de la Guardia Civil embestidos por una narcolancha: sus familias aún reclaman más medios y que se les dieron órdenes que ponían en riesgo su seguridad.
El Ministerio del Interior ha culminado el acercamiento de todos los presos de ETA, cumpliendo así un viejo anhelo de EH Bildu, a pesar de que prometió a las víctimas del terrorismo que no trasladaría a ningún terrorista con delitos de sangre; como también les aseguró que no saldría adelante ninguna ley que permitiese reducir las condenas de etarras.
Asociaciones y sindicatos de Policía Nacional y Guardia Civil reprochan a Marlaska que no haya contado con ellos para la reforma de la ley de seguridad ciudadana que, a juicio de los agentes, limita sus actuaciones y compromete la seguridad pública. El ministro también asumió un papel destacado en varios sucesos que sacudieron el tablero político: la falsa agresión homófoba a un ciudadano en Madrid, el envío de cartas con amenazas a representantes políticos o el polémico informe policial tras el escrache a varios representantes de Ciudadanos en plena vía pública el Día del Orgullo.
Una batería de polémicas, ceses y dimisiones a los que Marlaska ha hecho frente desde que tomara posesión de su cargo, el 7 de junio de 2018; un ministro que cuenta con la plena confianza de Pedro Sánchez y de los pocos ministros -junto a Margarita Robles, María Jesús Montero y Luis Planas- que acompaña al presidente del Gobierno desde la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Perhaps
29/05/2025 08:01
El CIS sólo dice lo que Sánchez quiere, o sea que si dice que Marlaska es el peor valorado es que Sánchez no lo quiere pero no puede quitárselo de encima.
Perhaps
29/05/2025 10:10
Estaba yo pensando (mala costumbre la mía), que entre las saunas y el ministro, lo mismo Marlaska tiene cogido a Sánchez por el trasero y por eso no se lo puede quitar de encima (o de atrás o de donde sea).
luzmasluz
29/05/2025 17:17
¿Acorralado el Ministro Marlaska...? ¡Por favor...!