Las entidades separatistas atraviesan una honda crisis. Por una parte, la Asamblea Nacional Catalana, responsable de las grandes movilizaciones independentistas durante los años más agitados del 'procés', se encuentra fracturada entre partidarios y detractores de su nuevo presidente, el cantautor Lluis Llach, al que reprochan su autoritarismo, mala gestión y su equívoca relación con la ultra Aliança Catalana. Por añadidura, la fuga de socios ha originado un agujero económico en la entidad, que ha perdido un millón de euros en los últimos cinco años. Ante este escenario, Llach ha tratado de movilizar a sus seguidores diseñando en la sombra un nuevo desafío al Estado en la línea del 1 de octubre de 2017. Pero su cercanía a partidos tradicionales como Junts, de los que el ala dura abomina, le resta credibilidad.
Òmnium Cultural, por su parte, ha seguido una senda similar. En su caso, no tanto por las divisiones internas sino por la desmovilización de sus seguidores, que les ha conducido a una situación económica tan crítica como la de la ANC. Y es que el colectivo, presidido por Xavier Antich, dejó de ingresar por las cuotas de sus socios entre 2021 y 2023 cerca de un millón y medio de euros. Pese a ello, el colectivo mantiene una costosa infraestructura que devora la mitad de los ingresos, que trata de compensar captando nuevos socios y diversificando su oferta de 'merchandising', si bien ambas iniciativas han cosechado pocos frutos.
Aunque, sin duda, la entidad cuya decadencia es mayor es el Consell de La República, la Generalitat en la sombra que creó Puigdemont tras fugarse a Bélgica. Tocada de muerte tras desentenderse de ella el 'expresident' y los escándalos contables de Toni Comín —que cosechó un sonoro fracaso en los últimos comicios del Consell—, la nueva andadura del organismo, presidido ahora por José Domingo, no ha podido ser más accidentada. Sin ir más lejos, su primer acto interno desde las elecciones, la constitución de su Asamblea Territorial, ha sido impugnado por 16 consejos locales del organismo. En un comunicado, estos consejos protestan por que el acto se anunció con poca antelación y fue convocado por el gobierno de la entidad en lugar de por la Junta Gestora. No obstante, la nueva dirección ha ignorado su petición, lo que presagia futuros conflictos.
La inmigración como inquietud
El derrumbe de estos lobbies ha espoleado a sus críticos a levantar alternativas, la mayoría en forma de partidos de nuevo cuño de carácter radical. El que está dando más que hablar es Dempeus per la Indepedència, fundado por la expresidenta de la ANC Dolors Feliu y otros de la corriente crítica de la entidad. De hecho, su presentación en sociedad tuvo lugar la semana pasada, en un acto en las cocheras de Sants que congregó a una audiencia ligeramente más joven que la que suele reunir la ANC —la mayoría pertenecía a la mediana edad, mientras que los de la Asamblea acostumbra a ser de la tercera—. "La clase política del país se ha vendido por un plato de lentejas", denunció uno de sus portavoces, Josep Punga, muy crítico con lo que llamó el "procesismo". Con todo, la receta de Dempeus no es nueva: "unilateralismo" y convertir los próximos comicios en "plebiscitarios".
Más excéntrica es la propuesta de Parlament Lliure. Impulsada por el 'exconseller' republicano Joan Carretero, su objetivo es fundar un Parlament alternativo al oficial, que considera "ilegítimo". A tal efecto, tiene previsto organizar un referendo a medio camino entre el 1-O y el 9-N dentro de un año y medio para elegir a los representantes de la nueva cámara, cuya validez la otorgará, según Carretero, el seguimiento popular de la convocatoria. Carretero justifica la urgencia de fundar otro parlamento en la necesidad de que Cataluña pueda legislar en materia de inmigración, una inquietud que comparte con la Aliança de Orriols.
Por su parte, otra de las candidaturas más conocidas es Alhora, fundada por la exeurodiputada Clara Ponsatí y el filósofo Jordi Graupera. Este partido apenas superó los 10.000 votos en los pasados comicios, pero volverá a intentarlo en los próximos, con la promesa de refundar la Escola Catalana para que se aplique "de veras" la inmersión o retirar las subvenciones a los Premios Gaudí por incluir en su selección films en castellano. Es cierto que existen más iniciativas en esta órbita —como el Front Nacional Català o el llamado Cens del Poble Català—, pero cuentan con menos posibilidades de prosperar. En este sentido, las municipales de 2027 mostrarán la viabilidad de muchas de ellas.
Talleyrand
10/06/2025 08:18
Normal Ya nohay pan para tanto chorizo. Imagínense ahora que se les corta a estos Aviranetas toda subvención. Que pasaría?