España es el país con más paro de la Unión Europea (UE) no sólo entre los jóvenes, también en los sénior. El desempleo entre los mayores de 55 años se sitúa en el 10%, la tasa más alta de la UE, donde la media se reduce al 4%. Es, de hecho, el único Estado miembro en el que alcanza el doble dígito.
Pese a las mejoras logradas en la última década, el número de parados con entre 55 y 75 años aún superó el medio millón de personas en 2024. Un total de 521.000 profesionales se encontraban en situación de desempleo el año pasado, lo que representaba el 10,3% de la población activa (aquellos que trabajan o buscan empleo).
En el conjunto de la Unión Europea se registraron un total de dos millones de personas paradas con entre 55 y 75 años en 2024, lo que significa que uno de cada cinco estaba en España. Respecto al total de parados que se registran en el territorio español, los sénior representan un 19%. Casi uno de cada cinco, según Eurostat.
El Consejo Económico y Social (CES) advierte en su Memoria de 2024 que el retroceso del empleo y de la actividad comienzan con claridad en el grupo de 55 a 59 años, y con mayor intensidad en España. Señala el mayor peso del paro en la población de 55 a 64 años que en la Unión Europea, y también que este paro se genera antes y se mantiene más.
Hay varios factores que contribuyen a estas cifras. El primero es el envejecimiento. La población activa que supera los 45 años es cada vez mayor, frente a lo que ocurre con aquellos disponibles para trabajar de entre 16 y 45 años. Esto eleva el peso de los primeros sobre el total. Representan ya la mitad de la población activa, independientemente de si tienen o no empleo.
Otra cuestión a tener en cuenta es que los parados de mayor edad tienen más dificultades para reincorporarse al mercado laboral. El paro de larga duración afecta al 61% de los desempleados sénior. Es decir, casi dos de cada tres parados mayores de 55 años lleva un año o más en esa situación de búsqueda de empleo.
El 80% de los parados sénior cobra una prestación o subsidio
La segunda cuestión es el retraso de la jubilación. Las últimas reformas de las pensiones han aumentado la edad legal de jubilación, han endurecido las condiciones de las jubilaciones anticipadas y han incentivado las demoradas. Esto está postergando el retiro, ampliando la vida activa de los más mayores, ya sea como ocupados o como desempleados.
La mayoría de los parados con 55 años o más cobra algún tipo de prestación contributiva o subsidio, a diferencia de lo que ocurre con los jóvenes. Alrededor de un 80% de todos los parados, frente al 50% de los desempleados jóvenes menores de 29 años. En total, el 40% de los beneficiarios de las prestaciones o subsidios por desempleo tiene más de 55 años.
Una vez que agotan la prestación contributiva, los mayores de 52 años pueden recibir un subsidio por desempleo de 480 euros mensuales hasta su jubilación. Además, durante el tiempo que se percibe, se cotiza por un 125% de la base mínima. Esto puede provocar que no les interese trabajar si no es con un salario elevado, al cotizar menos para su pensión futura.