Los niños no son los únicos que esperan con ansia las vacaciones de verano. Los adultos también desean la llegada de este momento del año que les permita desconectar de la rutina y descansar. No obstante, muchos no pueden disfrutar ni siquiera de un corto viaje.
Un tercio de los españoles no pueden permitirse unas vacaciones fuera de su hogar, de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE).
“Cuando hablamos de pobreza, mucha gente piensa en no tener para comer o pagar el alquiler, pero la cosa va más allá”, dice a Vozpópuli Ernesto Campos Campillo, profesor universitario en Finanzas y Tributación, docente del Máster en Dirección y Gestión Financiera de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
“Las vacaciones, que deberían ser un derecho ligado al bienestar, se convierten en un lujo inalcanzable para millones”, denuncia el experto financiero.
Según la última encuesta del CIS sobre ‘Turismo y Gastronomía’, un 20,5% de la población no tuvo vacaciones en 2024. Del 77,4% que sí pudo disfrutar de algún viaje en sus días libres, el 68,1% lo hizo dentro del país.
Para la mayoría de los españoles, su escapada fue de una semana (33,3%) en un pueblo de la costa o cercano (39,8%). A pesar de sus altos precios, casi la mitad (45,8%) de los ciudadanos optan por hospedarse en hoteles o apartahoteles.
Las primeras estadísticas apuntan a que los precios subirán un 6% respecto al año anterior, posicionando al verano de 2025 como el más caro de la historia. Se repetiría así lo sucedido con los costes de Semana Santa, también de los más altos registrados.
De esta manera, el continuo crecimiento del presupuesto vacacional provocará que cada vez menos personas puedan permitirse ir de viaje y, los que puedan, tendrán que reducir la duración de su estancia.
La falta de descanso, además de generar fatiga crónica, estrés, ansiedad, también provoca “una sensación de estar atrapado en una rueda que no se detiene nunca”, dice Ernesto Campos Campillo.
“Las vacaciones no son un capricho, son una necesidad biológica y emocional”, manifiesta el experto. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el descanso como “parte de la salud integral”.
Los precios se disparan en verano
Ir de vacaciones cada vez parece más un privilegio, “con todas las letras”, comenta Campillo. Ya es costumbre que los precios se disparen durante los meses de verano.
“Las vacaciones son hoy uno de los termómetros más claros de la desigualdad”, cuenta el profesor de la VIU. “Mientras unos publican fotos desde Bali con filtros de ensueño, otros ni siquiera pueden permitirse apagar el móvil una semana”, añade.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística -de abril- sitúan el precio medio de una habitación de hotel en los 116,6 euros. Las previsiones del INE y de Eurostat apuntan a que esta cifra subirá un 20% en la temporada estival.
Los hoteles básicos subirán una media de un 25%, mientras que los de cinco estrellas lo harán un 22%. Aunque, si echamos la vista atrás, los servicios de lujo han aumentado su coste un 50% desde antes de la pandemia.
Para ejemplificar el aumento de precios, una habitación en un hotel sin estrellas cuesta 73 euros, lo mismo que hace tres años en uno de tres estrellas. Desde el sector hotelero justifican la subida del importe a las mejoras en el servicio.
El alto coste de las vacaciones se hace imposible especialmente para las familias. A finales de mayo, solo el 9,2% de las reservas de hotel eran de familias, de acuerdo con el portal Travelgate.
Un tercio de los hogares españoles no pueden irse de vacaciones ni una semana, según Eurostat. Así, España se posiciona como uno de los países de la Eurozona donde menos familias pueden viajar en verano, solo por detrás de Grecia, Portugal y Croacia.
No obstante, más allá del dinero, hay otras barreras que complican que ciertos colectivos de nuestra sociedad puedan veranear en algún lugar ajeno al hogar. “Trabajos precarios sin vacaciones pagadas, familias monoparentales sin red de apoyo, o incluso personas mayores que no viajan por miedo a dejar su casa sola”, ejemplifica Campos Campillo. “No es solo el coste del viaje, sino todo lo que lo rodea”, matiza.
A la cola de la Unión Europea en pobreza
En España hay 12,5 millones de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social. Un 25,8% de la población. Además, 4,1 millones de personas se encuentran en situación de pobreza severa.
A pesar de que esta es la cifra más baja desde el 2014, nuestro país es el cuarto país de la Unión Europea con mayor nivel de pobreza. En el caso de la tasa infantil, España permanece también como líder dentro de la UE con 2,3 millones de niños y niñas.
Los últimos datos revelados en el último informe del Estado de la Pobreza de la EAPN-ES (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español) revelan que, aunque se haya conseguido reducir la extensión de la miseria en nuestro país, no se ha podido reducir su intensidad.
Según el estudio, al menos una de cada cuatro personas se ha mantenido en riesgo de pobreza durante la última década, ya que las políticas no protegen a aquellos que viven en condiciones más precarias y severas.
Los índices de pobreza severa -ingresos inferiores a 644 euros al mes por unidad de consumo- han sido constantes en 2024 y han superado por un punto los datos de 2008.
Las ayudas y prestaciones del Gobierno reducen la tasa de pobreza infantil un 20,2%, menos de la mitad que en la UE: 41,9%.
Esto ocurre porque, además de no cubrir los costes reales de vida, “muchas ayudas están mal diseñadas, llegan tarde o están tan burocratizadas que parecen pensadas para que nadie las pida”, lamenta Campos Campillo.
“Si la renta mínima te da para sobrevivir, pero no para vivir, el sistema fracasa”, señala. De esta manera, el experto insta a invertir, pero con “más inteligencia” en la distribución de ayudas: “que llegue de forma ágil, sencilla y adaptada a las realidades distintas de cada hogar”.
Asimismo, Ernesto Campos Campillo recuerda que “también hay trabajadores pobres”, es decir, gente con empleo pero un salario insuficiente para poder tener una calidad de vida. “No es solo “estar en paro”, es estar dentro del sistema, pero sin margen vital”, dice el experto.
“El al descanso dice mucho del tipo de sociedad que somos. Una en la que solo descansan los que pueden pagarlo es una sociedad agotada. Y agotadora”, lamenta.
enkidu118
08/06/2025 10:43
Resulta que irse un mes a Cancún o a Tailandia es un derecho humano... Qué inhumana la vida en época de nuestros abuelos cuando, cada cuatro años, nos llevaban a su polvoriento y abrasador pueblo en el monte donde el baño era la cuadra... Ni siquiera había aire acondicionado ni teléfono en casa. Era, supongo, como Gaza hoy.