Salvador Illa se ha colgado una medalla por la que competían todos los líderes políticos que han pasado por el 'Parlament'. Desde que las empresas comenzaron a huir de forma masiva de Cataluña, en octubre de 2017, no ha habido un trofeo más codiciado que el retorno de La Caixa. Por una razón: esa decisión de Isidro Fainé desprende un mensaje de calma sobre la situación política y económica de la región. Oro puro para cualquier gobernante que intente captar inversión exterior.
El 'president' socialista ha arrebatado a ERC y Junts el mérito de anotarse el regreso de La Caixa a Barcelona. La vuelta de las sedes de la Fundación La Caixa y Criteria es un movimiento cargado de simbolismo, que usará la Generalitat para recuperar la confianza de los inversores. Es más, fuentes empresariales dan por hecho que otras empresas seguirán los mismos pasos. Y emprenderán el viaje de vuelta a la comunidad autónoma que llegó a declarar la independencia del Estado español.
La decisión de La Caixa ha sido consensuada con la Generalitat y, cómo no, con La Moncloa. Pedro Sánchez era plenamente consciente de lo que suponía el sí de Fainé en términos electorales. La vuelta de la normalidad añade más votos aún al PSC, que presumirá en los próximos comicios catalanes de todo lo logrado en su mandato. Desde la condonación de 18.000 millones de deuda a Cataluña, a la creación de una Agencia Tributaria propia.
El pacto a tres bandas venía fraguándose desde hace semanas. En el desarrollo de los hechos ha sido determinante otro traslado: el del Banco Sabadell, que movió su sede a Alicante a raíz del 1-O. La entidad que preside Josep Oliu sorprendió el 21 de enero anunciando su regreso a Cataluña. El banco llevaba meses preparando el movimiento y la OPA hostil del BBVA ejerció como factor acelerador.
El regreso del Sabadell metía enorme presión a Fainé y le dejaba sin excusas para resistirse a volver a Barcelona. De este asunto se trató en la reunión que mantuvo el banquero de Manresa con el presidente del Gobierno, a mediados de febrero en Barcelona, según aseguran fuentes conocedoras del encuentro.
El futuro de CaixaBank
Finalmente, Fainé aceptó comenzar por un gesto simbólico: sólo regresarán, de momento, la Fundación La Caixa y Criteria. En Valencia se queda hasta nueva orden la sede de CaixaBank, la parte más sensible del grupo. El banco que preside Tomás Muniesa es el más expuesto ante una hipótetica nueva 'rebelión', por el impacto en los clientes y los depósitos. Dado que este escenario no se atisba en el horizonte, CaixaBank tendrá que decidir si se plantea el regreso en el futuro.
Que la medida aprobada ayer estaba perfectamente consensuada con Moncloa lo demuestra un hecho: inmediatamente después de la que La Caixa comunicara su decisión a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Ministerio de Economía distribuyó un mensaje oficial aplaudiendo la decisión. "Es una muy buen noticia y una señal más del impacto positivo de la normalización de la situación política y económica en Cataluña", se felicitaban fuentes del departamento que lidera Carlos Cuerpo.
La vuelta de La Caixa cierra un círculo virtuoso para Salvador Illa, dibujado, eso sí, a base de polémicas cesiones. Con unas cuentas más saneadas por la quita, con el retorno paulatino de las empresas fugadas, el 'Govern' tendrá el camino mucho más llano para recuperar la confianza de los inversores.
El estigma del bono basura
Para los políticos que han gobernado desde el Palau de la Generalitat, era motivo de sonrojo que los bonos catalanes estuvieran etiquetados como bonos basura. Las principales agencias de 'rating' asignaron esa calificación a la deuda catalana tras la crisis de 2008 y la han mantenido hasta hace relativamente poco. De hecho, Moody's aún sigue atribuyéndole el riesgo de impago. Fitch y DBRS también otorgan una nota muy baja a la deuda de Cataluña. Y S&P ni siquiera la califica ya, tras romper la Generalitat el acuerdo en la época de Qim Torra.
La probable mejora del 'rating' contribuirá a fortalecer la confianza y permitirá, probablemente, a la Generalitat regresar de nuevo a los mercados en busca de financiación. Una vía que nunca se ha cerrado para Madrid. El gabinete de Isabel Díaz Ayuso no debe ni un sólo euro a los mecanismos especiales de liquidez del Estado, por el buen estado de sus finanzas. Ese hecho siempre ha generado enorme resquemor en la Generalitat. Pero el viento comienza a soplar a favor de Illa, gracias a las cesiones de su jefe de filas en Madrid y a las decisiones paulatinas que han empezado a tomar los empresarios fugados.
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