Ciencia

Juan Ignacio Pérez: “Los científicos nos hemos quedado sin tiempo para pensar”

Desde la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, Juan Ignacio Pérez se ha convertido en uno de las personas más influyentes de la comunicación científica en español. Y en una de sus mentes más brillantes.

  • Juan Ignacio Pérez, durante la entrevista. -

Los científicos sociales que analicen en el año 2050 el panorama de la comunicación científica del primer cuarto de siglo, se toparán una y otra vez con la figura de una persona que casi nunca está delante de los focos, pero resulta omnipresente en el panorama de la divulgación en español.

Con su trabajo a cargo de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, el salmantino Juan Ignacio Pérez ha participado en buena parte de los proyectos más exitosos relacionados con la difusión de la ciencia, desde Naukas, a Órbita Laika o The Conversation, por citar algunos.  Su conocimiento sobre el sistema de producción científica lo ha plasmado, junto a Joaquín Sevilla, en el libro “Los males de la ciencia”, publicado este año por Next Door Publishers.

Pero al mismo tiempo, y como catedrático de fisiología, Juan Ignacio Pérez es un gran amante y conocedor de los animales y los mecanismos con los que se han adaptado a los entornos más extremos durante su evolución, lo que recoge en “Animales ejemplares” (2020). 

De todas estas pasiones, y alguna más, charlamos una tarde calurosa de verano en El Escorial, donde asiste para participar en un curso de la UCM.

PREGUNTA. ¿Cuál es tu primer recuerdo de amor a la naturaleza? ¿Desarrolló en algún momento eso que Wilson llama “biofilia”?

RESPUESTA. De pequeño iba a las charcas de mi pueblo, en Salamanca, a cazar ranas o pescar sardas, pero eso no tuvo mucha influencia. Mi “biofilia” fue muy posterior. Yo estudié Biología porque tuve una profesora excelente que me transmitió un amor tremendo por la Bioquímica. Y luego empecé a trabajar en animales, pero en mi caso el amor por la naturaleza es de los últimos diez o quince años, cuando empecé a hacer divulgación.

P. Cuando hablamos de especies peculiares solemos pensar en lugares exóticos y alejados, ¿qué tienen de especial las sardas de Salamanca?

R. Resuelven un desafío muy común, son peces de agua dulce y vivir en ese medio es muy difícil. El medio animal por excelencia es el agua del mar. En agua dulce hay una tendencia fortísima a que entre agua dentro del organismo. 

P. Esta tensión entre el agua del exterior y del interior del ser vivo es una constante en la naturaleza. ¿La vida es un asunto de fontanería?  

R. Sí, hay un trabajo permanente. La clave son las células, que necesitan unas condiciones muy concretas. Los peces lo que hacen es que las células estén cómodas dentro del medio interno, lo que significa que el organismo tiene que luchar contra la entrada de agua (en agua dulce) o de salida (en agua del mar). Lo que hace es defenderse y contrarrestar esa tendencia con todo lo que puede, bombeando agua que le sobra, consiguiendo agua que le falta. Y todo eso es muy caro.

P. Orejas que son radiadores, músculos que son depósitos… ¿Los biólogos piensan en los animales como un mecánico de coches?

R. Es una metáfora afortunada, yo creo que los fisiólogos pensamos en los organismos como sistemas con piezas, con componentes variados que funcionan armónicamente y cuando algo se avería genera un montón de problemas que vienen en cadena. Creo que mantenemos esa tendencia a pensar en el organismo como una máquina, sí. 

P. ¿Y usted mantiene esa mirada en su día a día?

R. Sí. Suelo pensar en lo que hace una urraca para volar, por ejemplo, no lo puedo evitar. Pienso que tiene unos pulmones especiales, que el aire circula en una única dirección dentro de sus pulmones, que tiene huesos más ligeros que los míos, por comparación. O sea que tiene un dispositivo de vuelo que está muy perfeccionado por millones de años de evolución. Yo veo una urraca y veo una máquina en acción. No puedo evitar pensar en eso. Lo cual no quita nada para que ire la belleza de los animales, ojo. Diría que la disfruto más. 

“Yo veo una urraca y veo una máquina en acción. No puedo evitar pensar en eso”

P. Aunque usted suele decir que los físicos “tienen un cuajo…”, ¿no es verdad que con unas cuentas reglas físicas muy básicas se definen muchos de los caracteres de los seres vivos? 

R. Eso es impresionante. Por ejemplo, la gente no es consciente de que un animal grande y uno pequeño no son solo distintos en el tamaño, sino en las velocidades de los procesos químicos que tienen lugar en su interior. Y eso tiene implicaciones tremendas, también en de su papel en el ecosistema, porque cuanto más pequeños son, para igual biomasa, los animales movilizan muchos más recursos.

P. ¿Y la vida en general transcurre mucho más deprisa cuando eres más pequeño?

R. Sí. Y más despacio cuando eres más grande.

P. Si en su vida diaria su corazón late a 1260 latidos por segundo, ¿qué le pasa a un colibrí cuando se enamora">“Los males de la ciencia” (Next Door Publishers, 2022)

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli