En la degradación sin límites del PSOE, la confesión del fontanero Pérez Dolset supone un salto cualitativo. Al señalar al presidente del Gobierno como el jefe de la banda, en democracia, obliga a éste a presentar una querella o dimitir. Ni lo uno ni lo otro. Le da la razón a Alberto Núñez Feijóo cuando denuncia: “mafia pura”. Pedro Sánchez se esconde y, al no defender la dignidad de la presidencia, reconoce una utilización mafiosa del poder. Atrincherado, reacciona como el secuestrador desesperado que resiste porque sabe que la policía le espera al otro lado.
Es consciente del desgaste del Gobierno y del partido, pero se hará el distraído con el fin de conservar el poder hasta 2027. En eso está todo el sanchismo: seguir hasta que el caballo reviente. Todas las encuestas marcan una tendencia en la que, con el paso del tiempo, irá creciendo el apoyo a Feijóo y disminuyendo el de la coalición sanchista. Hasta Tezanos sabe que en las urnas no tienen ninguna opción, pero conviene tener en cuenta que dos años más de inestabilidad asegurada con esta mafia y estos capos provocaría daños irreversibles. En ese tiempo, ¿cuántas inversiones perderá el país definitivamente?
Los socios de la coalición sanchista se están comportando como vampiros que necesitan la sangre de sus víctimas para alargar la vida. Resultado: España convertida en un despojo que se reparten las minorías plurinacionales
Los economistas Jesús Fernández-Villaverde y Francisco de la Torre publicaron hace unos días un libro imprescindible (La factura de cupo catalán) en el que explican cómo la política fiscal sanchista conduce al suicidio nacional. Y advierten: “Las decisiones que tomemos en 2025 pueden tener consecuencias que duren décadas”. De poco sirve hacerse los distraídos. Cuando Marc Murtra declara que, como presidente de Indra, recibió a Begoña Gómez solo “por protocolo”, es imposible pasar por alto que Sánchez decidió poner 2.300 millones de dinero público para controlar Telefónica y hacerle presidente. ¿Dos años más?
En este marco, los socios de la coalición sanchista se están comportando como vampiros que necesitan la sangre de sus víctimas para alargar la vida. Resultado: España convertida en un despojo que se reparten las minorías plurinacionales. Recientemente los españoles vieron cómo Sánchez puso el Ministerio de Asuntos Exteriores al servicio del prófugo. El ministro Albares, como un lacayo, hizo de emisario ante la UE de las órdenes de Junts recibidas en Suiza y debilitó a España en Europa con una propuesta que todos sabían con seguridad que sería rechazada. Simple escenificación al servicio del independentismo. El bildutarra Arnaldo Otegi sintetiza bien: “Cuanto más dure él, mejor para nosotros”.
Dos años más con este modus operandi propio de mafias provocarán un daño irreversible. Justificarlo como un proyecto progresista suena a sarcasmo. El PSOE es un centroizquierda de broma, si se le compara con la primera ministra socialdemócrata danesa Mette Frederiksen que ha decidido una vuelta a la energía nuclear y, como el laborista británico Keir Starmer y el gobierno de coalición del alemán Friedrich Merz, practica una política de inmigración que se va configurando como posición común europea. Al sanchismo le va bien no tener ninguna política migratoria, ni de vivienda, ni de nada. Dos años para hacer caja, eso es todo.
La máquina extractiva que es el sanchismo, en RTVE o en Telefónica, le conviene aguantar cuanto puedan. Saben qué dirán las urnas en la primera ocasión
No debería sorprender que los Rufián, Otegui, el PCE, UGT o CCOO guarden silencio con el espectáculo mafioso de los fontaneros. Que Sánchez aguante es el objetivo, mejor dos años que dos meses. Hace un par de semanas, toda esa izquierda -reaccionaria, en la terminología del profesor Félix Ovejero- se manifestó en la Plaza de Callao en réplica a la del día anterior en Colón. Según la delegación del Gobierno no llegaron a mil manifestantes. Como ocurre cada 1 de mayo, los trabajadores a los que dicen representar les conocen y les dan la espalda.
A la máquina extractiva que es el sanchismo, en RTVE o en Telefónica, le conviene aguantar cuanto puedan. Saben qué dirán las urnas en la primera ocasión. Para el país, lo que está en juego es qué sociedad espera a los españoles durante años. El desafío apela directamente a Feijóo, inevitablemente. Hay muchas cosas urgentes hoy en España, pero la primera es sacar a estos tipos de la Moncloa antes de que hundan el barco. Frente a una “coalición negativa” unida para destruir, no hay mejor medicina que la respuesta ciudadana. Como la de los dos empleados públicos de Tragsatec y Adif, que en sede parlamentaria denunciaron a los mafiosos. ¿En el CIS de Tezanos, el INE, la Abogacía del Estado, las empresas públicas…? Y en la calle. Se sabe: cuando son atacadas, las democracias no se defienden solas.