El 7 de abril de 1521, Magallanes decidió desembarcar en una de las islas de San Lázaro, Cebú. Esta estaba gobernada por un jefe llamado Humabón. Después de un tiempo, este líder autóctono entabló una conversación con Magallanes. El domingo siguiente hubo una misa en la que Humabón y sus hombres quedaron impresionados al ver los ritos, y decidió hacerse cristiano. El padre Valderrama le preparó, dándole clases de catecismo. El 14 de abril se celebró el bautismo de Humabón y su mujer, y les regalaron un Niño Jesús. Cuarenta años después, cuando llegaron Legazpi y Urdaneta desde América del Norte, se había perdido la práctica del cristianismo en las Islas Filipinas. Pero no el cariño hacia esa imagen, que perduró en el tiempo y hoy en día se conserva y es motivo de gran devoción. Fue un motor para propagar la fe en Filipinas años después.
Pero no todo fue tan bonito o redondo. Unos días más tarde, el 27 de abril, en otra isla cercana, Mactán, Magallanes murió por un exceso de prepotencia, al asaltar con pocos hombres la isla, a manos de sus habitantes. Esto provocó un cambio de liderazgo en la expedición. Pero volvamos en el tiempo… ¿Cómo se gestó esta expedición?
Todo comenzó el 10 de agosto de 1519, cuando zarparon de Sevilla cinco naves, y terminó tres años después, el 6 de septiembre de 1522, cuando arribó un único barco a la bahía de Sanlúcar de Barrameda. La intención de la expedición española era encontrar una ruta por el oeste que permitiera llegar a las Islas de las Especias, fuera del control portugués.
Fernando de Magallanes, portugués, ofreció a Carlos I encontrar una nueva ruta hacia las Islas de las Especias. Era cojo por una herida de guerra, fuerte y decidido, pero no contaba con la confianza del rey de Portugal, que lo consideraba desleal. Por ello, viajó a Castilla junto con otro portugués, Ruy Faleiro, y tuvo éxito en su propuesta. Comenzaron los preparativos, que duraron 17 meses. Aunque los castellanos desconfiaban de él por ser extranjero, la Corona financió el viaje, y el 10 de agosto de 1519 zarparon de Sevilla con cinco naves. Permanecieron 41 días en Sanlúcar de Barrameda antes de partir definitivamente.
La Trinidad
Magallanes fue elegido Capitán General. Pigafetta, nuncio del Papa, bastante dado a la exageración, fue uno de los cronistas de este barco y de toda la expedición. También lo fue Francisco Albo, maestre de la nave y luego piloto de la Victoria. La Trinidad tenía capacidad para 110 toneladas. Aunque era de menor tamaño que la San Antonio, Magallanes la eligió porque tenía un castillo en cubierta y un camarote interior grande.
La San Antonio
Su capitán fue Juan de Cartagena. La tripulación se sublevó el 1 de noviembre de 1520 y Cartagena fue abandonado a su suerte en la Patagonia. La nave desertó y regresó a Sevilla el 6 de mayo de 1521.
La Concepción
Capitaneada por Gaspar de Quesada. Fue abandonada y quemada frente a la isla de Bohol (Filipinas), por falta de tripulación suficiente para navegarla.
La Victoria
Su primer capitán fue Luis de Mendoza. Fue la única que completó la expedición. A la vuelta, Francisco Albo fue su piloto y Juan Sebastián Elcano su capitán y jefe de la expedición.
La Santiago
Capitaneada por Juan Serrano. Naufragó en la Patagonia antes de cruzar el Estrecho de Magallanes.
La Victoria, la Concepción y la San Antonio eran naos. La Trinidad y la Santiago, carabelas. La principal diferencia es que las naos tenían dos castillos (proa y popa), mientras que las carabelas solo uno y poco elevado. Ambas embarcaciones tenían tres mástiles: trinquete, mayor y mesana. Las velas del trinquete y mayor eran cuadradas o rectangulares, y la de mesana, triangular.
¿Cuántos y de dónde eran los marinos?
No se sabe con certeza cuántos hombres embarcaron. Algunas fuentes hablan de 235, otras de 237 o incluso 247. Unos 150 eran castellanos y aragoneses; más de 30, portugueses; unos 25, ses; 7 griegos; 5 flamencos; 3 alemanes; 2 irlandeses; un inglés y un malayo que hacía de traductor.
Tras pasar por Canarias y cruzar el Atlántico, en abril de 1520 Magallanes decidió quedarse seis meses en el puerto de San Julián (actual Argentina) para pasar el invierno austral y reparar los barcos. El ambiente se tensó y estalló una sublevación que Magallanes sofocó mediante un juicio: algunos fueron ejecutados, otros abandonados. El 21 de octubre de 1520, reanudaron la marcha. Tras varios intentos, lograron cruzar el Estrecho de Magallanes (500 km). Llamaron "Pacífico" al nuevo océano porque ese año el tiempo fue inusualmente tranquilo. Navegaron hacia el norte por la costa de Chile y luego hacia el oeste, descubriendo su enorme extensión.
Cargaron 253 toneles de vino y 417 pellejos. Como el pan no se conservaba bien, llevaron 21.000 libras de galletas. También tocino, jamón, cecina, queso, arroz, legumbres, frutas secas, miel, azúcar, vinagre, ajos... e incluso 7 vacas vivas. Faltaba agua dulce, que llegaron a mezclar con orina. El hambre les llevó a hervir cinturones o cazar ratas. La disentería era común y mortal. Pero el peor mal fue el escorbuto, causado por falta de frutas y verduras. Provocaba crecimiento de encías, dolores articulares y solo se curaba con vitamina C. Algunos oficiales, sin saberlo, se libraron por consumir membrillo.
El 7 de noviembre de 1521 llegaron a las Molucas. Llenaron las dos naves restantes, la Victoria y la Trinidad, con toneladas de especias. Porque no conocían la corriente de regreso. Intentaron volver por el este, pero al no poder, se vieron obligados a seguir hacia el oeste, completando así la primera vuelta al mundo. Años después, Urdaneta descubrió la corriente del Kuroshio y trazó el Tornaviaje.
¿Cuántas naves volvieron y cuándo?
Solo volvió la Victoria, capitaneada por Elcano. Llegó el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda. La Trinidad quedó inservible.
¿Fue su intención dar la vuelta al mundo?
No exactamente. Buscaban una ruta occidental a las Islas de las Especias. Pero al no poder regresar por el mismo camino, la vuelta al mundo fue consecuencia de las circunstancias.
¿Cuántos regresaron y cuánto tardaron?
Volvieron 18 hombres (Elcano y 17 más) tras 1.128 días y 14.000 leguas (69.333 km). Entre ellos, 4 vascos, 3 andaluces, 3 griegos, 2 gallegos, 2 italianos, un cántabro, un rumano, un extremeño y un alemán.
¿Qué ganaron con la expedición?
Llegaron agotados, enfermos y mal vestidos, pero fueron recompensados. Carlos I les reconoció con un escudo con el lema Primus circumdedisti me ("El primero que me dio la vuelta"). Además, las 27 toneladas de clavo que trajeron bastaron para cubrir los gastos y hacerlos ricos. Cristóbal de Haro se encargó de su venta, obteniendo 8,6 millones de maravedís.
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