Política

El PSOE empieza a dudar del éxito de los ministros candidatos impulsados por Sánchez

El fiasco de Diana Morant preocupa en Ferraz, donde se teme que le ocurra lo mismo a Óscar López. El futuro de Ángel Víctor Torres también se ha enturbiado

El PSOE se empieza a echar las manos a la cabeza. Los socialistas dudan del éxito de los ministros candidatos impulsados por Pedro Sánchez. Las fuentes consultadas inciden en lo difícil de combinar el cargo en el Consejo de Ministros con la candidatura y el liderazgo autonómicos. Y, por eso, dudan de la viabilidad de la operación orquestada por el presidente del Gobierno de llevar al frente de las principales federaciones socialistas del país a sus primeros espadas en Moncloa, porque la ven plagada de riesgos. 

El fiasco de Diana Morant, incapaz de rentabilizar políticamente la erosión de Carlos Mazón tras la aciaga dana del 29 de octubre, preocupa en Ferraz. Es más, según ha sabido este diario en el PSOE manejan encuestas con la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, como cabeza de lista en lugar de Morant. El ascenso de Bernabé está siendo meteórico, impulsada por la dirección federal. El partido no esconde que Sánchez trabaja con plan b en la Comunidad Valenciana, donde la oposición de los socialistas al desastre y a la dudosa gestión de Mazón ha sido más que errática. Lo cierto es que Morant no controla el partido a nivel regional donde solo el brazo de Sánchez permitió ganar el pulso a otros candidatos.

También se teme que le ocurra lo mismo a Óscar López en Madrid. Y, de la misma manera, preocupa el futuro de Ángel Víctor Torres, que se ha enturbiado tras anunciar este domingo que padece un cáncer que, de momento, no le apartará de la primera línea política. Pero la incertidumbre se ha adueñado de buena parte de los cuadros socialistas canarios. Y precisamente ahora que Sánchez ha concluido el proceso de renovación de las direcciones federales. Acaso las únicas con posibilidades de salvar los muebles y llegar a los comicios de 2027 con alguna posibilidad son María Jesús Montero y Pilar Alegría.

Tras el estrepitoso golpe de las elecciones municipales y autonómicas de 2023, Sánchez cortó de raiz cualquier debate interno sobre los motivos de aquella sangría que costó siete ejecutivos autonómicos. El PSOE solo retuvo (y con dificultad) Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra. Pero el adelanto de las elecciones generales del 23 de julio movilizó al partido en torno al líder, que logró resistir mejor de lo previsto gracias a la alerta ultra que lanzó desde el mismo momento en que anunció la llamada a las urnas, tan solo 24 después del golpe de las municipales. 

Sánchez ganó así su particular partida de ajedrez contra algunas federaciones socialistas, como la aragonesa, capitaneada aún por Javier Lambán. El líder socialista sabe mejor que nadie que los barones de su partido constituyen un fuerte contrapeso político. Por eso, tras la masacre de mayo de 2023, el secretario general solo ha tenido que esperar para hacer y deshacer a su antojo. Ahora bien, si sus apuestas pierden, Sánchez quedará marcado y se podrá hacer la lectura de un rechazo de los ciudadanos a él y a sus políticas, sobre todo en las comunidades autónomas en las que la agenda nacional tiene más peso, como Madrid, las dos Castillas, Aragón y Extremadura.

Por no hablar de que los últimos acuerdos que ha suscrito con Junts destrozan los intereses electorales de algunos de los citados ministros candidatos del PSOE, especialmente los de quienes compiten en autonomías donde las prebendas al independentismo sientan a cuerno quemado, como Madrid, Aragón y Andalucía. Las fuentes consultadas en el partido reconocen que, por el momento, la proyección de los tres ahora "no es buena", porque el PP tiene muy fácil marcarles como continuadores del 'sanchismo' en sus respectivas plazas y de las concesiones al independentismo.

El acuerdo en inmigración, incluido el decreto de reubicación de menores extranjeros, se suma a otros, también sensibles, como el cupo catalán. De hecho, la financiación estuvo a punto de provocar una rebelión de varias federaciones en el último congreso federal del partido que se saldó con una patada hacia delante. El presidente ha dejado el partido listo para la batalla. El cónclave de Sevilla fue la apertura de un nuevo ciclo electoral y Sánchez está volcado en que su partido sea competitivo en 2027. Por eso ha encumbrado a las principales federaciones a ministros para que compitan electoralmente.

En cierta manera, Iván Redondo, el exjefe de gabinete de Sánchez, es el origen de la estrategia socialista de catapultar a los ministros como candidatos autonómicos y líderes territoriales del PSOE. Salvador Illa fue el primer experimento y salió bien. Tan bien, que el presidente quiere repetirlo ahora con hasta cinco titulares de carteras: los citados Óscar López, en Madrid; Pilar Alegría, en Aragón; María Jesús Montero, en Andalucía; Ángel Víctor Torres, en Canarias, y Diana Morant, en la Comunidad Valenciana.

El objetivo de Sánchez sigue siendo celebrar las elecciones cuando tocan, en 2027. No le interesa otra cosa, porque ahora no tiene buenas expectativas electorales. Hasta entonces, hay que resistir. El núcleo duro del Ejecutivo insiste en que el presidente apretará el botón electoral cuando le convenga y reitera que solo una moción de censura "improbable" puede impedirlo. "Pedro [Sánchez] convocará elecciones cuando nos convenga, no cuando le convenga a otros. Y el tiempo juega a nuestro favor. Habrá elecciones en 2027. La única forma de impedirlo es una moción de censura y no veo probabilidades de que salga", explica a este diario un estrecho colaborador del presidente, que tampoco cree que los escándalos que salpican al Gobierno determinen esa futura cita electoral.

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