Cada 3 de febrero celebramos la festividad de San Blas y el aniversario del nacimiento del almirante español Blas de Lezo y Olavarrieta en Pasajes, Guipúzcoa. Más conocido como el “Mediohombre” por su aspecto, marcado por las múltiples heridas que sufrió a lo largo de su vida. A los 12 años se embarcó rumbo a Gibraltar y, tras demostrar su valentía, una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, obligando al cirujano barbero a amputársela sin anestesia por debajo de la rodilla. A los 25 años, en Barcelona, recibió un disparo de mosquete que le dejó el brazo inútil. Además, perdió un ojo en el Pacífico luchando contra los corsarios que surcaban aquellas aguas.
Era un hombre valeroso y de fuerte carácter, lo que le sirvió en combate, pero también le generó problemas fuera de él. Se dice que fue enviado a Cartagena de Indias no solo por su pericia militar, sino también porque “era una molestia para el rey y sus secretarios”, según explican en sus investigaciones Mariela Beltrán y Carolina Aguado, expertas en su figura.
Como estratega, protagonizó numerosos episodios que lo convirtieron en un personaje legendario. Durante la Guerra de Sucesión Española (1701-1713), en la que se disputaban el trono español y el control de Europa entre los Austrias y los Borbones, ideó una brillante táctica: dejó paja húmeda flotando frente a los navíos británicos —que apoyaban la causa de los Austrias— para generar una cortina de humo que ocultara las embarcaciones españolas. Esta estratagema le permitió ganar la batalla.
La Guerra de la Oreja de Jenkins y su desenlace
Un episodio clave en su carrera fue la Guerra de la Oreja de Jenkins, también conocida como la Guerra del Asiento, que estalló en 1739 entre Inglaterra y España en el Caribe. Su origen se remonta a la captura de una nave inglesa, comandada por el capitán Jenkins, por parte del español Juan León Fandiño. Este, tras atarlo al mástil de su propio barco, le cortó una oreja con su espada y le advirtió: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si se atreve a hacer lo mismo». Luego, lo dejó marchar tras saquear su barco.
Tiempo después, Jenkins presentó su oreja conservada en un frasco ante el rey de Inglaterra y la Cámara de los Comunes, lo que desató la indignación popular y sirvió como pretexto para declarar la guerra a España el 23 de octubre de 1739.
La defensa de Cartagena de Indias
Este conflicto culminó en la célebre batalla de Cartagena de Indias en 1741. Para evitar la conquista de los territorios españoles en América a través de este puerto clave, Blas de Lezo diseñó una estrategia magistral: ordenó hundir sus seis únicos barcos en la entrada de la bahía para bloquear el paso de los 186 navíos ingleses que transportaban 27.000 hombres y 2.000 cañones, comandados por el almirante Edward Vernon. También mandó cavar un foso alrededor de la fortaleza para impedir que las escaleras del enemigo pudieran superar sus muros. Estas tácticas, sumadas a la fiebre amarilla que diezmó las tropas inglesas, provocaron su desmoralización, deserciones y, finalmente, su rendición ante los apenas 3.000 hombres que luchaban junto a Lezo.
Antes de la batalla, el almirante arengó a sus tropas con estas palabras:
"Soldados de España peninsular y soldados de España americana, habéis visto la ferocidad y el poder del enemigo. En esta hora amarga del Imperio nos aprestamos para dar la batalla definitiva por Cartagena de Indias y asegurar que el enemigo no pase."
Y tras la victoria, dejó una frase para la historia:
"Para venir a Cartagena, es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta solo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres."
Blas de Lezo murió en Cartagena de Indias, Colombia, el 7 de septiembre de 1741, dejando un legado imborrable en la historia naval española.